SEVILLA ERA UNA FIESTA

Por muchas veces que se haya estado en Sevilla, siempre merece la pena pasear por ella, admirar el sol brillando sobre la Giralda, asomarte al Gualdaquivir, pasear por el laberinto de calles del barrio de Santa Cruz, asombrarse ante la belleza de los reales alcázares con sus hermosos jardines y laberintos, empequeñecerse ante la magnitud de su inmensa catedral y muchas cosas sin olvidar su tapeo, la alegría de sus gentes, y, si hace buen tiempo, sentarse delante del ayuntamiento o de la iglesia de San Salvador para dejarse bañar por la claridad que todo lo ilumina…

Estuvimos cuatro días completos que se nos hicieron cortos, a diferencia del tren sobre todo en la ida que se nos hizo largo, largo. Cuando la pandemia (¿ya no existe?) había un AVE que hacía el recorrido en poco más de tres hora, ahora se ha quitado ese tren y se ha dejado el antiguo pero, eso sí, modernizado, al menos lleva cafetería y te ponen películas, algunas buenas, no era este el caso. Tampoco entiende uno mucho eso de que en la ida tarde hora y media más que a la vuelta. Será quizá porque sube o baja por Despeñaperros, aquel lugar donde los bandoleros hacían su agosto o su febrero, vete a saber; la verdad es que uno recuerda a ese tren de Dumboque soplaba y resoplaba en las subidas y se encontraba también en las bajadas. De todas maneras no hay que desesperar, para ello sólo hay que pensar en aquellos trenes correo que iban parando en cada pueblo, y donde hasta uno, que no había echado la carta a tiempo, podía arrojarlo al buzón que llevaba el vagón correo.
Nuestro tren para recordar a Sevilla se llamaba torre del oro y hacía tan corto trayecto que, según el sentido, iba de Cadiz a Barcelona.

Las murallas de Sevilla
Al llegar a Sevilla nos esperaba un bus grande, grande. Los veintitantos que íbamos teníamos asientos para escoger. Unos conductores amables hasta no decir más. Todos los que nos transportaron por Sevilla o para ir de la estación al hotel y viceversa. Cómo serían los conductores, y la empresa, que hasta, en este caso, el conductor fue a buscarnos hasta la misma salida del tren. Un pequeño recorrido hasta el hotel nos llevó a algunos a descubrir que Sevilla tuvo, y aún posee bastantes partes, unas fuertes murallas, aún en ellas se reconocen algunas puertas de la misma. Aparte de ello lienzos de muralla, que parecen simples muros se extienden por la ciudad antigua, por sus barrios judío o árabe. Nosotros teníamos el hotel enfrente prácticamente de la Iglesia de la Macarena, muy cerca de la cual hay se conserva una de las antiguas puertas
Después de enseñar nuestros certificados COVID, fue prácticamente el único sitio donde nos los pidieron, de dejar el equipaje en las habitaciones y de cenar, la mayoría se retiró a descansar, aunque algunos dimos un pequeño paseo, unos más cortos que otros y que en algún caso les llevaron hasta la Iglesia de la Macarena y hasta la de San Gines.


Cómo el hotel tenía unos maravillosos colchones dormimos de maravilla, incluso algunas personas que se quejaban de no dormir nada o muy poco en sus casas, esos días confirmaron que habían dormido como lirones o como osos esperando la primavera. Sin duda una felicidad.
De la Plaza de España al Palacio de Lebrija
Salvo el antepenúltimo día la hora de empezar las visitas fue siempre a las 9 de la mañana. En punto nos esperaba el bus y ahora con una guía local. ¿Sería muy buena o regular? Resulto lo primero. Nuestra querida Esther que venía de guía de la expedición, ya a las primeras de cambio, puso una sonrisa de oreja a oreja. Pensó. Y así fue, que está es de las mías. Ya sabéis como es Esther, para que decir más. Isabel dispuesta como ella a no dejarse pasar nada, a no tener prisa, a no mirar el tiempo que faltaba para terminar, sino para llegar a los sitios. Fue increíble todos los días que la tuvimos. Aquella mañana desde las 9 que comenzamos con ella no paró de hablar hasta más allá de las dos de la tarde y eso porque era la hora de la comida. Una maravillosa mañana, con sol y algo de fresco que iría corrigiéndose a medida que pasaba el día. Con el bus fuimos, mientras se nos iba comentando los edificios que íbamos dejando atrás, y especialmente los pabellones construidos para la exposición del 29 en que se celebró la Exposicion hispanoamericana. Unos pabellones preciosos y hoy reconvertidos en museos o sedes administrativas, incluso universitarias. Jardines a un lado u otro: de Murillo, de María Luisa…y como primer destino la monumental, otro edificio de la Exposición, Plaza de España dispuesta en tantas partes como provincias españolas. Y sobre algunas nos paramos, y, claro como no estuvimos admirando el sitial destinado a Valencia. La plaza la podemos ver de maravilla ya que aún es muy temprano y no hay casi gente.., Eso sí un vendedor de lotería nos perseguirá con cantidad de números en ristre para el sorteo de Reyes. No sabemos porque, luego no nos llegó la suerte del premio, pero el tan singular personaje se nos apareció varías veces a lo largo de los días.

A uno a veces le tira la tierra donde naciera, aunque la verdad es que realmente uno no es de donde nace sino de donde vive o ha hecho gran parte de su vida. Soy salmantino de nacimiento, pero llevó más del doble de mi vida viviendo en Valencia por lo que uno realmente se considera valenciano y ama a esa ciudad de naranjas y arroz, de tiempo casi siempre soleado. De todas maneras en algún lugar de mí existe un recuerdo a Salamanca, por eso al pasar por el sitial con azulejos, como todos los otros que decoran la plaza, de la ciudad del Tormes, hice ver a varios del grupo que allí en la ciudad monumental, junto al puente, el toro y la encina que se encuentran en un lado, en el otro aparece la cuatribarrada en su escudo. ¿Por qué? Esta es la explicación: Se debe a formar parte del escudo de Don Vela, infante de Aragón, que llegó a Salamanca para ayudar a la princesa Urraca de Aragón y a su esposo Raimundo de Borgoña en la repoblación de la ciudad (parte de la provincia salmantina se repobló con franceses ya que Raimundo los trajo consigo, de ahí que esa parte de la provincia se llamé la sierra de Francia), ordenada por el rey Alfonso VI de León, padre de Urraca. Al pertenecer don Vela a la casa de Aragón era portador de las barras de Aragón, que además, en su caso contenían una orla con las cruces de Jerusalén se deben a que don Vela había participado en la conquista de Tierra Santa.

Cuando la plaza de España comienza a llenarse de gente, y los vendedores y vendedoras comienzas a colocar sus improvisados puestos, volvemos al bus…para atravesar los jardines de Murillo y acercarnos al barrio de Santa Cruz. Imposible entrar en los jardines ese día, está cerrado. Isabel se sorprende al igual que varios grupos de turistas. La razón aparece escrita en una de sus puertas: ese día se realizan trabajos en su interior. Así es, sobre todo de poda. Al día siguiente ya podremos dar una vuelta por ellos.
Me resulta curioso que al acercarnos al barrio de Santa Cruz veamos lienzos de muralla, nunca había reparado en ello otras veces que he estado aquí. La verdad es que nuestra guía nos lleva por calles estrechas y escondidas por las que nunca había caminado. En una de ellas una persona está abriendo lo que es, así lo indica la portada, un restaurante. Isabel habla con él y nos permite pasar a ese restaurante, un precioso patio andaluz excelentemente decorado. Los sevillanos suelen ser así de campechanos y simpáticos, aunque no anfitrión no tuviese cara de serlo. Pero lo era. No te puedes fiar de las apariencias ya que, cómo en este caso, te puedes encontrar con sorpresas.
El barrio de Santa Cruz está repleto de tiendas, cafeterías y restaurantes. Poca gente suele vivir aquí salvo las que suelen habitar en bastantes alojamientos turísticos o en alguna casa con solera. Llevamos bastante tiempo de camino y algunas y… algunos necesitan…un alivió. Isabel pasa delante de una cafetería: ahí hay baños pero si no os apetece consumir nada, podéis entrar sin problema… salvo, descubrimos, que el jefe o quien sea para pasar nos exigió el certificado COVID. Curiosamente es el único sitio, incluyendo el hotel, donde nos lo llegarán a exigir.
Al poco rato seguimos la ruta. Se no va, a pie, enseñando el barrio, para luego salir a la zona de la Catedral-Alcázares, que visitaremos al día siguiente, para continuar por la plaza donde del soberbio ayuntamiento y dirigirnos hacía la plaza de la Encarnación.
En todos los sitios hay cantidades de gente. Enfrente del ayuntamiento hay una gran cola para ver el nacimiento del propio consistorio.

En el camino hacia el palacio de Dueñas, propiedad de los Alba y donde durante mucho tiempo viviera Cayetana, pasamos por la plaza de la Encarnación, donde desde hace años se erigió una moderna estructura conocida como las setas, que tanto gusto como fue denostada. Actualmente, rodeada además de terrazas de cafeterías, las setas son muy visitadas.
En la visita al palacio de las Dueñas recordamos a Antonio Machado, ya que nació allí. Oportunamente en diversos lugares del recorrido por el palacete, encontramos paneles con versos del poeta.


Fue la última visita de la mañana antes de la comida, pero después queda otra visita por la tarde: la casa-palacio de la marquesa de Lebrija, donde sus salas están decoradas con mosaicos romanos procedentes de… Itálica (la ciudad romana en la que probablemente se asentaría la primera ciudad). En el extremo de la calle del edificio se encuentra una de las varias confiterías más celebradas de Sevilla, delicia de los golosos, conocidas con el nombre de La campana.

Antes de tomar algún picho o de cenar algunas aprovechamos para subir a lo alto de las setas, desde donde se domina toda la ciudad. Desde allí (subida en ascensor de pago. Bajada sin coste alguno, independiente del medio de subida) se verá el atardecer y, se fuera un Belén, podemos contemplar como las torres, Giralda incluida, de las diferentes iglesias de la ciudad comienzan a encenderse, así como también el extenso y diverso alumbrado navideño de la ciudad.

Reales Alcázares y la Catedral.
El día 31, fin de año, pudimos atravesar los jardines de Murillo, ya que, al parecer, la poda del diverso arbolado había acabado. El cielo estaba azul, las calles, aún, a las 9:30 están semivacías. Hoy veremos los Reales Alcázares, la Catedral y la iglesia de El Salvador. Es hermosa ver la Giralda, resplandeciente al incidir el sol sobre ella.

Aunque es pronto ya hay que guardar cola, aún pequeña, para entrar en ese impresionante monumento que son los Reales Alcázares donde desde su construcción por los árabes, se ha ampliado en sucesivos reinados, siendo Pedro I, el justiciero (también conocido como Pedro I, el cruel, probablemente debido a la leyenda que sobre tal rey auspiciada por el reinado de su hermanastro, responsable en gran parte del asesinato de Pedro, con el que dio comienzo la dinastía de los Trastamara). Estancias hermosas donde, como en otros muchos monumentos o iglesias, aparecen ya muestrasdel estilo mudéjar. Monumental, grandioso lugar arrullado por el sonido del agua de sus fuentes y adornado con unos grandes jardines. El recuerdo de la Alhambra nos conduce a las historias de escritores como Irving, de la misma manera que en el barrio de Santa Cruz se siente la presencia de Juan Tenorio o de Rinconete y Cortadillo. Y no sólo. Aunque, eso sí, por mucho que se empeñen los sevillanos La celestina no se desarrolla en Sevilla, sino en Salamanca donde está hasta el jardín de Calixto y Melibea. En contra de Salamanca estaría eso del río navegable, que si lo fue el Guadalquivir pero no el Tormes.

Lugar de ensueño donde se alojan los Reyes de España cuando vienen a Sevilla y donde, también, los creadores de Juegos de tronos, rodaron varias escenas para alguna de sus temporadas.
De una maravilla a otro, porque posteriormente visitamos la Catedral, algunos incluso subieron a la parte alta de La Giralda. En realidad la subida no es demasiado complicada, debido a que se realiza a través de rampas y no de escaleras, rampas que servían, en la etapa musulmana, para anunciar las horas de oración, simplificar la ascensión, ya que se hacía con mulos. Aun así, muy pocos se animaron a realizar, eso sí a pie, la ascensión.

La catedral es una joya se mire por donde se mire. De arriba abajo y no sólo por esa, comentada, Giralda o el patio de los naranjos, sino por su interior, donde por cierto se guarda…, de una manera original, el cráneo de Colón. Isabel no llevó por ella, explicándonos, y conduciéndonos incluso por una serie de recovecos, que desconocíamos. Caso curioso es que la catedral se cerró al público el día de la boda de la presentadora, actriz y modelo Pilar Rubio (nacida en Torrejón de Ardoz) con… Sergio Ramos (nacido en Camas, Sevilla). Lo que puede la popularidad. Eso sí, les costaría un pastón el cerrarla durante horas.


Mirando y Mirado disimuladamente el reloj, Isabel trata mentalmente de coordinar el tiempo porque aún tenemos que ir a la Iglesia de San Salvador (vosotros tranquilos, si no llegamos a tiempo, buscamos otro momento, de los próximos días, para verla. Os aseguro que no os marcháis sin verla). ¿Dónde está la Iglesia del Salvador? Naturalmente en la Plaza del Salvador a 500 metros de la Catedral. Hay que darse prisa para llegar antes de que la cierren… Y llegamos. Un ejemplo de Iglesia barroca espléndida pero cuyo barroquismo parece casi infantil en comparación con… bueno, no adelantemos acontecimientos…, que ya es hora de comer (hoy debido a que es nochevieja tenemos una cena especial por lo que la comida es por nuestra cuenta) y hay, eso sí no en demasía, por lo que nos espera por la noche, buscar un sitio donde poder tomar unas tapita. Pero ¿dónde? Todo a nuestro alrededor son restaurantes con sus exteriores repletos de gente y… también los interiores. Tuvimos suerte quienes íbamos juntos y en un sitio estupendo entre interior/exterior encontramos un lugar, cercano a la iglesia, visitada, con tapas magníficas y amplias, entre las que destacaba un delicioso rabo de toro. Mientras comíamos recodábamos con María Jesús cuantos fines de año, por la mañana, habíamos coincido en esta comida del último día de año, desde que iniciamos, hace años, con el viaje a Roma esta costumbre.
Había que descansar, hacer llamadas a hijos, nietos, hermanos, prepararse para el cenorrio… así que lo normal era volverse al hotel.
Y la cena tuvo lugar, en el hotel, en un salón que recordaba una amplía sala de baile palaciega por la cantidad de espejos alargados existentes todo alrededor, aunque a algunos otros les recordó el gran salón del Titanico del extraño hotel de El resplandor, la película de Kubrick inspirada en la novela de Stephen King.
Fuese como fuese, para los que celebramos en 2019 el fin de año en Bari (Italia) en el comedor situado en el último piso de un hotel, no había color. Aquella zona, aquella azotea abierta al mar y dominando toda la ciudad de la Puglia, los fuegos artificiales iluminando la ciudad, el puerto con sus reflejos en el agua, será muy difícil superarlo.
Sea como sea, lo pasamos. Comimos las uvas, brindamos, más de una vez por el cumpleaños de uno persona (no del grupo) que estaba en la zona. Y hasta, con la orquesta que había, le cantamos eso de cumpleaños feliz antes y… después de las uvas. Y a no acostarse muy tarde, que mañana, día primero de año, también hay que levantarse muy pronto, aunque algo más tarde que los otros días, porque, sorprendentemente, tenemos una visita.
Hospital de los Venerables Sacerdotes
La ciudad está vacía cuando el bus nos acerca, nuevamente, a los jardines de Murillo, para desde ahí ir al Hospital de los Venerables Sacerdotes, donde se encuentra el centro Velázquez. Los cuadros del gran pintor, a lo largo de los lugares visitados, sobre todo los Reales Alcázares y la Catedral, ha competido con el otro gran pintor Sevillano, Murillo. Ambos coetáneos y grandiosos. Sus apellidos, era algo común en Andalucía, por el que los conocemos, corresponden a los maternos y no, como es norma, a los paternos, pero hoy se nos va hablar, y centrar, en los Venerables, en Velázquez y en la diferenciación de estilos.

Llegamos, tomando otras calles del Barrio de Santa Cruz. Elvira, se enorgullece, de ver que pasamos por otra plaza que lleva su nombre. O sea que tiene dos y no una. Aprovechada que es una.
Al llegar al lugar, como es natural, las grandes puertas están cerradas. Hoy todos los lugares turísticos están cerrados, pero nuestra agencia (ITM), consigue prácticamente todo lo que le proponemos y más, ha hecho posible que el edificio lo abren exclusivamente para nosotros. Será nuestra querida Esther la que haga una llamada por el móvil para que nos reciban y así es. Visitamos casi todo el lugar con audioguia, no pudimos visitar la biblioteca por permanecer cerrada y la sala con las pinturas de la planta baja, nos la explico la persona encargada de abrirnos. Una explicación memorable sobre cada uno de los cuadros existentes, sus características y hasta los borrones que el maestro dejo en el lienzo, y que ocultó con pintura. No sabía que siglos después se podría entrar dentro del cuadro y descubrir lo oculto.
Otra gran visita. Al salir la puerta se cerró hasta pasado mañana, ya que mañana es domingo y también permanecerá el edificio cerrado.
Para hacer tiempo hasta la hora de comer, y vemos como la ciudad comienza a llenar, como días anteriores las calles y plazas (algo que no será sólo en el centro sino en los muchos barrios de la ciudad), un grupo hacemos un paseo en calesa. Ahora podemos ver la plaza de España repleta bote con bote. Algunos de los cinco que ocupamos la carroza, al final se hacen una foto con el caballo que ha tirado de la misma, y que se conocía el camino que hemos seguido, como la palma de la mano y es que una y otra vez recorre siempre el mismo itinerario. 41 calesas hay en total, agrupas la mayoría al lado de la catedral.

Cómo este día es tranquilo, para nosotros, después de comer nos vamos unos cuantos a tomarnos una infusión al impresionante hotel (la terraza repleta de gente, pero al menos podemos coger una mesa) Alfonso XIII. No está mal dar una vuelta por su interior, con ese patio central y su grandiosidad. Aquí se rodaron escenas de Lawrence Arabia. No fue la única, pero sí de las más importantes. Posteriormente, por libre, nos dedicamos a pasear por la orilla del Guadalquivir hasta llegar al puente de Triana y ver el comienzo de Triana desde el puente, con sus impresionantes luces madrileñas. Por cierto nuestra guía local, Isabel, nos dijo haber nacido en Triana (lo más curioso no tenía acento andaluz, algo que se debía a que parte de su familia era castellana y ella ha viajado mucho) o sea que era de Triana, y ya se sabe que los trianeros no se consideran, al menos en totalidad, sevillanos. Ahí en Triana presumen de su calle Betis con los mejores pescaditos, dicen, de la ciudad y con su Esperanza de Triana que esa sí que es una gran imagen, muy querida, de la Virgen y no, cómo algunos del barrio suelen decir, cómo la desaborida Macarena.

Italica y San Luis de los Franceses.
A la mañana siguiente lo primero que visitamos fue la Basílica de la Macarena donde lo único que destaca es la imagen de la Virgen. Desde allí con nuestro magnífico bus nos dirigimos a Santiponce donde se encuentran las ruinas de Italica, la que fuera la gran urbe romana, la primera levanta en Hispania. Hoy se está cuidado el lugar, no como hace años, en los que fue ampliamente expoliada. Algunos de los maravillosos mosaicos allí encontrados, como hemos dichos, se encuentran en el palacio de la condesa de Lebrija, quien los instalo en su casa, como forma de evitar saqueos y robos. Hoy Italica, se cuida y se mima. Allí se encuentra el diseño de grandes mansiones donde se admiran sus soberbios mosaicos. Falta mucho por sacar a la luz, pero lo que hay es mucho y en ese mucho se pueden perfectamente distinguir el cardo y el decumanos, así como la forma de disponer las manzanas de casas en cada calles u ordenarlas por oficios o el alcantarillado que nos dejaron a las generaciones posteriores y muchas más cosas que se plantean en la actualidad tienen mucho que ver en generaciones futuras. El trazado de una casa, por ejemplo, fue fundamental a la hora, por ejemplo, de construir los claustros de los conventos.


Al terminar de recorrer Itálica, volvimos a comer a Sevilla. Nos despedimos ya de Isabel, encantados por lo mucho que con ella habíamos aprendido. Con todo, aún en la tarde nos quedaba por ver una iglesia, que la mayoría nunca habíamos visto: San Luis de los Franceses. Al llegar y extasiarnos con la barroca portada, sabíamos a qué orden perteneció la Iglesia. Claramente fue de la Compañía de Jesús, es decir de los jesuitas. Las portadas de sus iglesias parece que se te caen encima. Son a lo grande. Si la portada es barroca, dentro, iglesia circular, deslumbra su estilo rococó. Alucinante. Este lugar fue en su tiempo el noviciado de la Orden. En la Iglesia domina como en todas las jesuíticas la figura de San Ignacio de Loyola. Una iglesia que, aunque no sea demasiado entusiasta del exagerado barroquismo, te deja sin aliento.

La visita fue un perfecto final a un excelente viaje. Eso si la buena amiga que es María Puche se quedó con las ganas de hacer un paseo en barco por el río o ir a la casa Pilatos. Es un caso, el de otros/as fue distinto pero también con ganas de haber podido ir a visitar cualquier otra cosa de esta impresionante ciudad. Se vio muchísimo en pocos días. Los que no conocieran Sevilla (¿se conoce, a fondo, incluso la ciudad donde uno vive?) desearan sin duda volver. No ellos, más bien todos. Servilla es mucha Sevilla, aparte de que siempre, en los sitios, hay que dejar cosas sin ver, para volver. En esta ciudad se necesita volver muchas veces, en distintas épocas del año, para disfrutarla. Y si se puede para asistir a la alucinante semana santa o a su feria de Abril.

Escribe Adolfo Bellido López
Imágenes: Luis Asensio Portillo
2 Comments
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Que espléndida la información de la ciudad donde nací, Gracias. Feliz año.
Gracias, por la gran información de la ciudad del Betis, ese río que recorre gran parte de A landaluz.
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