¡Qué buena es la amistad!
A mediados de octubre realizamos un viaje de
confraternización con los compañeros de la asociación hermana de Gandía. Un
viaje en el que unos y otros (los asociados de allí y los de acá) festejamos el
día con gran alegría: un canto a la amistad.
confraternización con los compañeros de la asociación hermana de Gandía. Un
viaje en el que unos y otros (los asociados de allí y los de acá) festejamos el
día con gran alegría: un canto a la amistad.
Al salir nos juntamos en el punto, el de
siempre, la puerta de la Facultad de Geografía e Historia, dos autocares de la
asociación. Uno iba al inaugural senderismo inicial, dirigido desde este curso,
y según nos contaron maravillosamente, por Ricardo Pardo, a la zona de Sacañet,
el otro, en el que nos encontramos, iba a Gandía.
siempre, la puerta de la Facultad de Geografía e Historia, dos autocares de la
asociación. Uno iba al inaugural senderismo inicial, dirigido desde este curso,
y según nos contaron maravillosamente, por Ricardo Pardo, a la zona de Sacañet,
el otro, en el que nos encontramos, iba a Gandía.
Salían con media hora de anticipación, o de retraso, uno sobre otro, pero los
madrugadores (eran los más tardíos en salir) senderistas al ver el bus que
saldría para Gandia (aún no había llegado el suyo) se aprestaron a subir a éste
deseosos de salir para su primera marcha. Se les hizo ver su error. Algún
viajero, impaciente por ver cosas, se dio cuenta de algo curioso: estaba
apuntado para las dos actividades. Y no podía, claro, dividirse o partirse en
dos.
Rápidos y alegres llegamos a Gandia. Y allí,
en la estación de autobuses, donde aparcó nuestro vehículo, estaban
esperándonos Marleny, presidenta de la asociación de Gandia, junto a varios
miembros de la asociación. No nos dejaron en ningún momento preocupándose de
nosotros, de que nos faltase nada. Para empezar nos dieron sendos planos e
información sobre la localidad.
en la estación de autobuses, donde aparcó nuestro vehículo, estaban
esperándonos Marleny, presidenta de la asociación de Gandia, junto a varios
miembros de la asociación. No nos dejaron en ningún momento preocupándose de
nosotros, de que nos faltase nada. Para empezar nos dieron sendos planos e
información sobre la localidad.
Lo primero que hicimos fue ir a su grandioso
palacio Ducal. Nos ofrecieron una divertida, fresca e instructiva visita
teatralizada. Dos personajes, un hombre y una mujer, a través de varios papeles
(distinto duques de Gandia –entre ellos Francisco de Borja-, alguna de sus
mujeres, una sirviente) nos condujeron a lo largo del palacio, descubriendo su
historia, sus secretos al tiempo que recorríamos las diferentes estancias.
palacio Ducal. Nos ofrecieron una divertida, fresca e instructiva visita
teatralizada. Dos personajes, un hombre y una mujer, a través de varios papeles
(distinto duques de Gandia –entre ellos Francisco de Borja-, alguna de sus
mujeres, una sirviente) nos condujeron a lo largo del palacio, descubriendo su
historia, sus secretos al tiempo que recorríamos las diferentes estancias.
Los que no lo conocían se quedaron asombrados
de las últimas aportaciones del ducado a este palacio: inmensos salones lujosamente
decorados con cuadros en sus techos o la lujosa galería en contraste con la
habitación o la capilla de S. Francisco.
de las últimas aportaciones del ducado a este palacio: inmensos salones lujosamente
decorados con cuadros en sus techos o la lujosa galería en contraste con la
habitación o la capilla de S. Francisco.
Al terminar la visita teatralizada pasamos a
la capilla donde la coral de la asociación de Gandía nos ofreció un breve, y
estupendo, recital. Nadie diría que era su primer concierto público.
la capilla donde la coral de la asociación de Gandía nos ofreció un breve, y
estupendo, recital. Nadie diría que era su primer concierto público.
Al salir del Palacio Ducal, un grupo se
dirigió a la colegiata de Santa María, otros al Museo del Convento de Santa
Clara donde pudimos contemplar números obras de artes religioso allí expuestas
y que van desde el siglo XV al XVIII
dirigió a la colegiata de Santa María, otros al Museo del Convento de Santa
Clara donde pudimos contemplar números obras de artes religioso allí expuestas
y que van desde el siglo XV al XVIII
Y de allí a comer. Un sitio muy agradable
situado a escasos kilómetros de Gandia. Un antiguo molino del siglo XV que
reconvertido en masía ha pasado a ser un restaurante cuidado en sus mínimos
detalles. Diferentes salones, jardines convierten el lugar en tranquilo y al
que se desea volver. No sólo por la hermosura de su entorno, la tranquilidad
del lugar, también por la calidad (y cantidad) de sus platos. Se trata del
restaurante Moli Canyars. Allí fue donde nos unimos con un nutrido grupo de los
asociados de Gandia. Al terminar la comida su autobús y el nuestro encararon la
última visita del día: el monasterio de San Jerónimo de Cotalba propiedad
actualmente de la familia Trenor.
situado a escasos kilómetros de Gandia. Un antiguo molino del siglo XV que
reconvertido en masía ha pasado a ser un restaurante cuidado en sus mínimos
detalles. Diferentes salones, jardines convierten el lugar en tranquilo y al
que se desea volver. No sólo por la hermosura de su entorno, la tranquilidad
del lugar, también por la calidad (y cantidad) de sus platos. Se trata del
restaurante Moli Canyars. Allí fue donde nos unimos con un nutrido grupo de los
asociados de Gandia. Al terminar la comida su autobús y el nuestro encararon la
última visita del día: el monasterio de San Jerónimo de Cotalba propiedad
actualmente de la familia Trenor.
El monasterio repleto de historia nos habla
del rico pasado de nuestra comunidad. De un lugar que fue el centro espiritual
y cultural del Ducado de Gandia. Perteneciente a la orden de los Jerónimos
hasta la desamortización de Mendizábal (luego se convirtió entre otras cosas en
hospital) por su claustro o pasillos resuenan los ecos de Ausias Mach donde
reposan los restos de sus dos esposas o los de Joanot Martorell. No podría
faltar en este cuadro Pere Compte a quien se debe tanto las curiosas escaleras
del claustro inferior como una de las puertas del claustro superior.
del rico pasado de nuestra comunidad. De un lugar que fue el centro espiritual
y cultural del Ducado de Gandia. Perteneciente a la orden de los Jerónimos
hasta la desamortización de Mendizábal (luego se convirtió entre otras cosas en
hospital) por su claustro o pasillos resuenan los ecos de Ausias Mach donde
reposan los restos de sus dos esposas o los de Joanot Martorell. No podría
faltar en este cuadro Pere Compte a quien se debe tanto las curiosas escaleras
del claustro inferior como una de las puertas del claustro superior.
Una curiosidad, entre otras muchas, del
Monasterio es el cuadro de Nicolas Borras, La
santa cena, por su planteamiento, digamos, revolucionario.
Monasterio es el cuadro de Nicolas Borras, La
santa cena, por su planteamiento, digamos, revolucionario.
El tiempo se nos echaba encima y los que
teníamos que volver a Valencia aún teníamos que recorrer varios kilómetros para
volver. Así que, con pena, tuvimos que dejar el monasterio y a los numerosos
amigos y amigas de la asociación hermana de Gandia. Un día excelente en todos
los sentidos.
teníamos que volver a Valencia aún teníamos que recorrer varios kilómetros para
volver. Así que, con pena, tuvimos que dejar el monasterio y a los numerosos
amigos y amigas de la asociación hermana de Gandia. Un día excelente en todos
los sentidos.
A su junta directiva, a todos los asociados muchas
gracias por lo bien que prepararon nuestra visita, por las atenciones que
tuvieron con nosotros. Gracias por ello y por su amistad.
gracias por lo bien que prepararon nuestra visita, por las atenciones que
tuvieron con nosotros. Gracias por ello y por su amistad.
Texto de A.B. Fotografías de Elvira Ramos.