…Mucho más que una ruta enológica
-Entonces, ¿no se suspende el viaje del fin de semana?
-¿Por qué se va a suspender?
-No ven como llueve hoy… No sólo eso, por allí está nevando
-La salida es el sábado y hoy estamos a lunes. Y a partir del viernes Gloria se habrá despedido…
Llamadas al despacho. Algunos de los viajero,. que irán al viaje del fin de semana, miran el tiempo y no se las tienen todas consigo.
Estamos a lunes y la salida será el sábado. El frío, desde ayer domingo, se ha dejado sentir y la lluvia se intensificará, incluso será aún mayor en la mañana del martes. El grupo de senderismo avanzado que salió el viernes para participar de las celebraciones de las santantonadas, que con motivo de la fiesta de San Antonio Abad, se llevan a cabo en la zona de les ports, con alojamiento en Morella, el domingo por la mañana, ante la nevada, que comenzaba a caer, y que pronto cubría la ciudad y dificultaría el circular por las carreteras, decidió volverse. No es lo que se espera ocurra al siguiente fin de semana. Así que la salida se mantiene y el viaje se llevará a cabo.
A las siete de la mañana (con frío y pequeña amenaza de lluvia) salimos, pues, el sábado 25 de enero hacia Jumilla. No faltará nadie a la cita. A la hora en punta todos habrán llegado para que el bus, como siempre, salga puntual, incluido quien se ha equivocado de parada en el bus de la EMT (¿quizá adormilado por el madrugón?) o quienes no encontraban taxis.
Música de película suave mecerá el sueño de los madrugadores aunque otros viajero preferirán habrán con quien va a su lado. Algunos de los viajeros nunca han hecho un viaje con la asociación pero ya en la primera parada se encontraran integrados en el grupo, algo muy normal en nuestra asociación.
Antes de llegar a Jumilla haremos una parada obligada. Después en el autobús Esther, nuestra estupenda guía, nos hablará de la región; luego se nos recodará a Azorín, que aunque nacido en Novelda, pasaría su infancia y adolescencia en Yecla, de donde era su padre. En la ciudad, porque es ciudad al igual que Jumilla, estudiaría el bachillerato en el colegio de los escolapios.
Jumilla y Yecla son notables núcleos, con producción de vino de calidad. No sólo, ambas ciudades son enclaves de gran importancia por sus destacados restos arqueológicos y… por más. Ahí, por ejemplo, en Jumilla, está su castillo que será lo primero que veremos, mejor será decir que entreveremos ya que aparecerá como un fantasma entre la niebla que nos recibe.
Se trata de un castillo situado encima de una gran colina, donde se asentaron las primeras poblaciones íberas, romanos, musulmanas y cristianas. Una gran muralla cercaba a la ciudad y al castillo, erguido como protegiendo a sus habitantes. Hoy queda parte de la muralla y de la gran torre, con sus dependencias desde cuya parte alta se divisa un paisaje espectacular. Lo veremos porque la niebla da un respiro para admirar las impresionantes vistas; luego, como el telón de un teatro, volverá a bajar para al final de la mañana, con bajas temperaturas, haga su aparición la lluvia, ligera pero molesta.
Al castillo se nos ha permitido llegar con nuestro propio autobús. Hoy no hay aglomeraciones. En otro caso habría que haber subido en un microbús. El tiempo parece no propiciar las visitas.
Allá abajo, muy abajo del castillo, se arremolina hoy la población destacando de su apiñado conjunto la iglesia de Santiago.
Antes de comer visitamos la bodega Luzón. Se nos explica muy claramente el proceso de elaboración de los vinos, su producción de un millón de botellas al año, su transvase de unas barricas a otras (de las americanas a las francesas). Una buena cata donde el vino, aunque parezca sorprendente, rosado (muy especial) será el que mayor aceptación tendrá entre nosotros.Después de comer nos espera Ana, la buena guía local, que ya nos había acompañado por el castillo, y que ahora nos invita a visitar la ciudad. Realizaremos el recorrido turístico, indicado por rótulos, por unas calles estrechas, casi laberínticas: casa modernista, casas nobles, ayuntamiento, esplendoroso edificio de una de las cofradías de las semana santa (en esta zona es celebre su semana santa declarada de interés turístico)… y su importante Museo arqueológico con piezas admirables alguna, vete a saber cómo, han terminado en el Museo Pérgamo de Berlín (la escultura de bronce romana denominada Hypnos, mostrada en el museo de Jumilla por una simple fotografía), mientras que otras de gran calidad pueden admirarse… todavía.
Al lado del Museo la impresionante iglesia de Santiago, monumento nacional, de gran belleza exterior e interior donde no falta un impresionante retablo. Después de la vista, caminando hacia el autobús, pasamos por la puerta de San Roque con su capilla adosada.
Dormiremos en Hellín, aunque pocos conocerán la población, la mayor parte sólo sabrá del familiar hotel en que nos alojamos. Los incasables, si se pasearan por el lugar, al terminar la cena y serán quienes hablen de las portadas de las iglesias y de las sinuosas calles del barrio judío.
El domingo lucirá el sol, y bajo su protección nos dirigimos a Yecla. Un pequeño puerto de montaña nos indica que sí, aquí, puede haber (y debieron tenerse al comienzo de la semana) problemas de nieve. En el centro de la ciudad, nos espera ¿Cristobal? para enseñarnos la ciudad. Si Ana fue buena, el guía que nos acompañará por Yecla es una lumbrera, ocurrente, excelente, sin duda. Comienza su explicación delante del instituto Azorín, situado en el lugar donde estuvo el convento escolapio donde estudiará el literato.
Pasito a pasito recorrimos la ciudad. Entramos en el sorprendente teatro, una bonita bombonera, Concha Segura (yeclana y destacable figura de la zarzuela), del que nos apropiamos en su totalidad incluido el escenario. Un teatro orgulloso de su categoría, calidad junto, en la provincia de Murcia, con el Romeo de Murcia y el Antonio Vico de Jumilla. Una gran sorpresa. Como fue luego el deambular por sus calles, llevándonos por la pronunciada cuesta, del Santo Cristo desde la imponente iglesia (nueva) de la Purísima hasta (en lo alto) la Iglesia vieja de la Asunción.
La iglesia de la Purísima (con categoría por si misma de catedral) terminada, si se puede decir que está acabada, en 1869 es apabullante, inmensa con su impresionante cúpula y donde en su interior, y no únicamente, resplandece una talla de La virgen de las angustias de Salzillo.
Sorprende también su plaza mayor un conjunto monumental renacentista y barroco donde destaca el ayuntamiento, el palacio de Alarcos y el del Concejo, así como la renacentista lonja o el antiguo Pósito adosado a la curiosa torre del reloj. Desde esta bonita plaza, adornada con soportales, hay unas bellas vistas del conjunto. Queda aún por subir hasta la antigua, y muy deteriorada, iglesia (vieja) de la Asunción hoy convertida en el Museo de la semana santa.
Hoy, la ayer renombrada ciudad del mueble, sigue guardando sus secretos, a los que uno se puede asomar recorriendo sus variadas rutas, una de las cuales como no, es la ruta del vino, otra la Azorín y más…. Como culminación de la visita nos dirigimos a las bodegas Barahonda, con una producción de más de millón y medio de botellas al año del que se exporta bastante más de la mitad y donde el vino joven no pasa por las barricas sino directamente a las botellas. Una cata de categoría y una comida muy especial y abundante en el restaurante de la bodega cerró el viaje, donde al fin pudimos saber, y saborear lo quera el pato de goma con paté, espuma de naranja regada con regaliz o al revés. Lo mismo da sea de una mera u otra. El patito como toda la comida, regada con buen vino, fue excepcional.
Por supuesto, al decir adiós a Yecla, sabemos que nos han quedado cosas por ver aquí y en Jumilla. Pero, como sabemos, siempre deben dejarse para poder volver. Ambas poblaciones, y probablemente Hellín, merecen una nueva visita. Un estupendo, en definitiva, fin de semana.
Escribe: Adolfo Bellido López
Fotografía: Elvira Ramos