PRIMER DÍA: De Donizetti a Juan XXIII

En taxis acuáticos nos vamos acercándonos a nuestro hotel veneciano, un estupendo palacio renacentista, a dos pasos de La Fenice. Cinco taxis nos esperaban cuando llegamos en el bus que nos recogió hace bastantes horas en el aeropuerto de Bergamo. Y es que cuando nos dirigimos por el gran canal hacia uno de los diferentes canales en el que se encuentra nuestro hotel, ya hemos visitado dos ciudades encantadoras del Norte italiano, la región de mayor economía de Italia (días después la guía local de Trento nos dirá que su ciudad es la de mayor alto nivel de vida. A lo mejor exagera, por eso de hacer patria, pero todo es posible).
Sobre las seis de la tarde hemos llegado a Venecia sorteando el enorme tráfico de las autopistas donde abundan retenciones por obras o por vete a saber qué. El tráfico de estas autopistas cualquier día o cualquier hora se asemeja a la salida o entrada en Valencia por puente o vacaciones. La mayoría de las casi cincuenta personas que vamos a este viaje no se enteran: el sueño ha podido con la mayoría. Lógico, hemos salido de Valencia a las 6.35 de la mañana. O sea que adivínese la hora a la que nos hemos levantado, en el caso de… habernos acostado.





La primera visita del día ha sido para Bérgamo. Un buen autocar, con un excelente conductor del que enseguida nos haremos amigos (lo tendremos con nosotros todos los días menos el último), nos espera en el aeropuerto de llegada. Maletas, una breve parada para reponer fuerzas y enseguida estaremos subidos al funicular que nos llevará a la parte antigua de Bérgamo, ciudad que guarda un gran recuerdo del Papa Bueno, Juan XXIII, ya que estudio en el seminario de la ciudad y luego sería secretario del obispado, aparte de haber nacido en Sotto il Monte, un municipio de la provincia de Bérgamo. Una de las capillas del Duomo está dedicada a su figura. Bérgamo y Venecia están muy unidos a su vida, ya que en Venecia sería cardenal, arzobispo y patriarca.

En Bérgamo muy cerca del funicular bajo (el alto será el del castillo) se encuentra la Plaza Veccina donde comenzamos a admirar las primeras joyas: la fachada impresionante de la Capilla Colleoni que se come la entrada de la magnífica Basílica de Santa María Maggiore con uno de los techos magníficos, de los muchos encontraremos en el viaje y donde está la tumba de Donizzetti y se puede admirar un curioso confesionario barroco. Frente a la grandeza de esta basílica el Duomo aparece empobrecido. De todas formas hay que darse una vuelta alrededor de estos monumentos para comprobar las distintas épocas de construcción y enfrentarnos a la otra fachada (de leones rojos a leones blancos) de la basílica. Después hay que seguir en ruta hacia el castillo, aunque no se llegue, para comprobar sus calles, el artesonado de sus casas o las llamativas pastelerías cuyos escaparates seducen con decenas de reclamos, colocados de forma artística. Pero, hay que llegar a comer a Sirmione, un lugar precioso situado en el largo di Garda y a cuyo interior se accede a través de la entrada de su castillo fortaleza. Hoy sus muchos hoteles están casi vacíos. No estamos en temporada, pero aun así hay turismo, aparte que ello, esa falta, nos permite pasear y disfrutar de esta bella población.




Luego rumbo a Venecia. Nos alojamos y salimos para cenar cerca de la Plaza de San Marcos, donde tendremos también la comida del día siguiente. Primer paseo por Venecia y su embrujo. La Plaza de San Marcos, casi sin lugar, y sin gente, desde su soledad da muestra de su magnificencia que admiraremos mejor en los dos días siguientes.
SEGUNDO Y TERCER DÍA: Venecia hechizadora
¡Qué difícil es caminar en grupo por Venecia! Cómo dice el excelente guía que llevamos siempre ir a la derecha. No se puede hacer de otra manera. Las estrechas calles surcadas por varios canales, sólo permiten esa derecha para caminar hacia un lado, la izquierda será reservad para los que vienen en la otra dirección. Y no se cabe más. Calles iguales, atravesada por puentes parecidos, canales secundarios donde transitan gondoleros. Hoy ya parece perdido el gusto por el regateo, además ahora, desde hace algún tiempo, todas las góndolas son iguales en color. Ahora bien los precios son altos como cualquiera bebida, en sitios normales (no en la plaza de San Marcos que ahí son todos prohibitivos), salvo el café (un euro como normal frente a, por ejemplo, un té verde que puede costar 3.50, una cerveza o una copa de, incluso, sube a unos 6 euros o más), incluida la visita a museos, castillos donde no suele haber descuento para jubilados, ni para mayores de 65 años. Los descuentos son para los menores de 17 años.



De todas formas, cara o barata, repleta o no tanto, Venecia es una maravilla. Ahí están su Plaza de San Marcos con la Basílica de San Marcos y los museos existentes en ese maravilloso entorno, ¡la sala de la biblioteca Marciana! Por supuesto hay que callejear, perderse por sus callejuelas (los GPS de los móviles no reconocen rutas, quizá debido a los puentes y canales), visitar San Rocco, La Salud, Santa María dei Frari….La Academia (y extasiarse ante las pinturas de Tintoretto, Veronese, Mantegna y sus ropajes:¡esa Anunciación!), coger el vaporetto e ir de un canal a otro, atravesar el puente de los suspiros (los que optan por seguir hacia las prisiones en el Palacio Ducal) para recordar a Galileo, Casanova. O ir a Burano para ver las casas pintadas de diferentes colores…O simplemente admirar el gran canal dese el Puente del Rialto. Sin olvidar echar una ojeada a la Fenice tantas veces, por los repetidos incendios, emergida de las cenizas. Estuvimos dos días enteros y una noche y la pateamos a gusto, pero uno puede deleitarse en la ciudad (islas incluidas) días en días dedicando el tiempo también a los diferentes barrio sin olvidar el judío.


CUARTO DÍA: Buscando a Antonio
Dejamos con pena Venecia. Otra vez en taxi bus volvimos para coger el bus. Allí, al llegar el primero, ya estaba nuestro conductor.
Ahora tocaba ir a saludar a Antonio, al amigo Antonio, a él nuestro amigo como dicen, o consideran, los habitantes de Padua a San Antonio de Padua, ya se sabe el franciscano nacido en Lisboa y cuyo nombre, ante de ser monje, era Fernando. El clamor hacia su santo es general en la ciudad y se palpa en la impresionante Basílica del Santo donde fervor, devoción y fanatismo se mezclan a partes iguales. Al ver el esplendor de tal basílica se piensa en la pobreza de San Francisco y nos lleva a preguntarnos sobre la opinión del santo de Asís ante tal dispendio.
Basílica repleta de público, colas para palpar el sepulcro del santo, compra d postales para pasarlas por las reliquias. De todas formas lo que uno de esta plaza dedicada al santo es la visita de la escoleta y el oratorio.





Padua además tiene otros lugares de singular interés como la capilla Dei Scrovegni todo ella revestida con los frescos, geniales, de Giotto. Si hay tiempo también se puede echar un vistazo al interesante Museo Cívico situado junto a la capilla.
Luego, claro, pasear por la ciudad y no perderse su centro, animado con el mercado, y donde hay que visitar la sala alta del Palacio de la Región con su vistosa decoración atribuida, ¡cómo a Giotto!
Terminada la visita a Padua enfilamos carretera para dirigirnos a la ciudad donde pernoctaríamos cuatro noches, Verona.

QUINTO DÍA: Sorprendente Verona
Si Venecia es un diamante de muchos kilates, Verona le va a la zaga. No será tan espectacular, ni original pero es una joya de gran valor. Nuestro hotel, con desayunos espectaculares, estaba situado a escasos metros de la Plaza Bra donde se encuentra su enorme anfiteatro, La Arena.
Ciudad que cuenta con iglesias sorprendentes cada una con su propia personalidad y entra las que destacan San Zenón, con unas grandiosas puertas de bronces, Santa Anastasia, donde en dos cuadros se encuentra la figura de… San Vicente Ferrer, San Fermo con sus dos iglesias superpuestas o el Duomo. Las cuatro grandes pero en cualquier lugar puede aparecer otra sorpresa. No solo de iglesias ni de la Arena vive la ciudad. Es mucho más con su castillo Viejo, sus puentes, murallas, su Julieta (con el balcón y el lugar donde -?- se encuentra enterrada) y sus muchas historias. Una ciudad admirable que se lleva en el recuerdo. El primer día de estancia en Verona la recorrimos con una muy buena guía local, la tarde la tuvimos para recorrerla a nuestro gusto, al igual que las dos tardes siguientes a la vuelta de la excursión diaria.



SEXTO DÍA: Los meses del año
Visitamos Parma. Era un mal día sobre todo debido a que era lunes, había lugares cerrados, pero pudimos conocer el monasterio y la iglesia de San Juan Evangelista, el Duomo con su portada en cuya entrada aparecen esculpidos los meses del año con sus respectivos oficios. Meses que comienzan con marzo al ser el mes con el que, en la edad media, se iniciaba el año. Dentro la cripta y la asombrosa cúpula de Correggio y la historia que llevó consigo la innovadora propuesta obligando al pinto a dejar la ciudad. Al lado del Duomo el soberbio baptisterio. Parma es también la ciudad de los grandes palacios y teatros de la época gobernada por María Luisa, la segunda esposa de Napoleón, y, por supuesto de Verdi y Toscanini. El primero nacido en la provincia, el segundo en la propia Parma.



SEPTIMO DÍA: La ciudad de la contrarreforma
Trento fue una de las grandes sorpresas del viaje. Su historia, las reuniones del concilio que se opuso a la Reforma como fantasmas se incrustan en la ciudad. Su principal iglesia y el Duomo fueron los lugares de las reuniones en las que intervinieron principales de la Iglesia y de los Estados Católicos. Trento es Trento y su historia pero mucho más: una plaza hermosa e inolvidable, calles enlosadas con mármol con incrustaciones fósiles, casas asombrosamente decoradas y, para remate, un impresionante e inabarcable castillo, el del Buonconsigno. En Parma, Trento y luego en Mantua no encontraremos la cantidad de turismo que había, aunque no agobiante, en Verona y, sobre todo, lógico, en Venecia, pero en todas estas ciudad niños y jóvenes de colegios e institutos con sus profesores acuden de forma masiva a los diferentes monumentos. Una excelente forma de aprender el arte en el sitio donde se encuentra y no en los libros.



OCTAVO DIA: Mategna, Romano y… Rigoletto
Dejamos Verona con nostalgia, con la seguridad, igual que en Venecia, de no haber visto todo a pesar de las caminatas dadas, del no parar en ningún momento. Hoy volvemos a Valencia pero aún queda una perla, Mantua. Otra sorprendente ciudad que nos lleva a los Gonzaga y a Rigoletto. Y también a Mantegna y Romano. Del primero en el castillo de San Jorge la maravillosa habitación de los esposos, del segundo los frescos del palacio del Te, fue la de este palacio la última que hicimos en nuestro viaje y la más, si eso fuera posible ante tanta maravilla, sorprendente. Inolvidable todo el viaje, aplastados ante tanta magnificencia que estalla de forma descomunal en los frescos de este palacio. Mantua tiene más como la Rotonda de San Lorenzo o una de las iglesias de nave más larga, unos 100 metros, la Basílica de San Andrés donde en un arcón se encuentran brindada bajo siete llaves, en poder de siete magnatarios de la ciudad, dos ampollas conteniendo la la sangre de Cristo. Una de las muchas reliquias que desde tiempo inmemoriales vendidas a reyes y dueños de ciudad han sido objeto de culto. Las ciudades que las poseían se convertían, al menos lo intentaban, en centros de peregrinación.



Ahora ya tocaba (este día tuvimos otro conductor, pero también experto, eficiente) ir al aeropuerto y volver a casa. Cansados pero contentos dispuestos a emprender otros viajes.

Escribe. Adolfo Bellido López
Fotos: Elvira Ramos