Primera excursión con nuestro amigo Ricardo, de paseo por el monte tranquilo, sosegado y amable.
Las fotos de grupo muchas veces son la escenificación de un
instante para el recuerdo. Son graciosas, por las expresiones de las caras, y
por que te ves entre otras personas con las que has caminado y cansado para
llegar a la cima. Aquí las nubes, en algún momento, nos abrazaron con cariño pero nos estropearon la panorámica porque no pudimos ver el punto en el que se encuentran, según algunos con muy buena vista: Castellón con el Peñagolosa, Alicante con el Montgo, Teruel con el Javalambre, Cuenca con Pico Ranera y Valencia con la plana y sus edificios en la distancia.
instante para el recuerdo. Son graciosas, por las expresiones de las caras, y
por que te ves entre otras personas con las que has caminado y cansado para
llegar a la cima. Aquí las nubes, en algún momento, nos abrazaron con cariño pero nos estropearon la panorámica porque no pudimos ver el punto en el que se encuentran, según algunos con muy buena vista: Castellón con el Peñagolosa, Alicante con el Montgo, Teruel con el Javalambre, Cuenca con Pico Ranera y Valencia con la plana y sus edificios en la distancia.
La subida hasta los Molinos de Alcublas , molinos de aspas caídas, reconstruidos como un recuerdo del pasado que ahora adorna un merendero muy bien cuidado, nos abrió el apetito aunque alguno no lo tenía previsto y no se trajo el bocadillo de rigor.
Caminar por la Sierra Calderona, chamuscada, vacía de árboles, es una experiencia que en estos momentos, con la que
está cayendo, incita a la reflexión que impide banalizar el presente.
está cayendo, incita a la reflexión que impide banalizar el presente.
Ves cómo se desmoronan las paredes de piedra seca que hace
siglos alguien fue colocando con esfuerzo y penalidades. Ves cómo las piedras
vuelven, arrastradas por las ventiscas, la nieve, la lluvia, regresan otra vez
a su terrruño. Piedras que cercaron oquedades para almacenar nieve, hielo que luego comerciaban en la cercana capital. Aquí está la zona de la cuenca del Mediterráneo con más ventisqueros y neveras que aún se conservan.
siglos alguien fue colocando con esfuerzo y penalidades. Ves cómo las piedras
vuelven, arrastradas por las ventiscas, la nieve, la lluvia, regresan otra vez
a su terrruño. Piedras que cercaron oquedades para almacenar nieve, hielo que luego comerciaban en la cercana capital. Aquí está la zona de la cuenca del Mediterráneo con más ventisqueros y neveras que aún se conservan.
De camino al restaurante paramos para ver una sima impresionante, la Cueva Sabuquera, también utilizada para almacenar nieve, pero que ahora con el entorno todo quemado conservaba en el profundo lecho una vegetación exuberante.
Comimos en el restaurante la típica olla de la zona, buen vino de la casa, charlamos, nos encontramos con personas desconocidas ahora más cercanas, y antes de subir al bus Enriqueta sacó su dulzaina. Todo un placer escucharla con los pinos al fondo, ahora si muy verdes, y el cuerpo lleno de energía.
(Texto e imágenes Alfredo Domínguez Artal)