La papiroflexia tiene, entre los que la practicamos, un efecto, particularmente, emotivo y satisfactorio: recuerda los tiempos de la niñez y adolescencia, y a la vez nos induce a pensar en la satisfacción que producirá poder enseñar cada forma y figura a nuestros nietos, sobrinos…
Luego, la realidad supera la expectativa, los niños te dan un beso de satisfacción y… lo mejor, se olvidan del móvil y la Táblet. No se puede pedir más.
(Texto y fotos Jesús Soldevila
Fotos: Elvira Ramos)