Continuamos nuestro viaje de marzo por Simancas, Tordesillas, Villalar de los Comuneros.
Tantas leyendas de reinas «enloquecidas», tratados internacionales, toros lanceados, que cuando llegamos a Villalar nos quedó el sabor de una derrota anunciada y sin embargo nos hizo posar ante el monumento de los ajusticiados ahora convertidos en héroes.
Foto de Nora |
Al día siguiente nos fuimos por Montes de Torozos, día frío, gris y recogido como la población de donde conocimos ese monumento del arte visigótico que es la Iglesia de Santa María en Wamba.
Nos acercamos a un castillo comunero, Torrelobatón, y una villa con muchas librerías: Urueña.
Al día siguiente, ya de vuelta, en Olmedo paseamos por un parquecito de reproducciones bastante infantiles de monumentos mudéjares y visita a la villa roma de Adaja-Pura.
En Arévalo comida muy cristiana y suculenta. Un cochinillo que algunos comimos por primera vez y que nos dejó un buen recuerdo en el paladar aunque nos subiera un poco el colesterol.
(Texto e imágenes de Alfredo Domínguez)