Cuando se viaja,en cierto modo, uno comienza una pequeña aventura porque todo no puedes controlarlo. Hoy el azar y la climatología han jugado con nosotros.
Todo nuestro paseo por el parque nacional de Plitvicka los hemos “disfrutado” al amparo de un manto de lluvia, constante y ruidoso. Sus lagos, sus cascadas, las hayas, los pinos,y los abetos todos mojados y brillantes, ecos de la cercana Eslovenia.
Después de comer, a la vuelta al hotel, un museo militar al aire libre nos mostraba tanques, cañones, aviones, una casa derruida de la última guerra contra los vecinos ribereños del rio Sava. No pudimos ver el dolor, las masacres, los genocidios que allí cerca se vivieron.
Al entrar en Zagreb brillaba el sol, el mismo sol que ahora calienta a croatas, serbios, eslovenos, bosnios…
(Texto y fotos de P.A.D.)