VENTANA DEL SOCIO

El Año Santo Compostelano se celebra cuando el 25 de Julio coincide en domingo. Como en este año de 2010. Es un buen momento para recordar. Mi primer Camino de Santiago fue en el verano de 1994, con mi hijo de 21 años.

Salimos de Roncesvalles con la solemne bendición del Prior de la Colegiata y con la Credencial del Peregrino.
Desde el Pirineo navarro hay unos 800kms. El Camino está perfectamente señalizado; muchas veces con una flecha amarilla, otras con lazos del mismo color atados en los árboles, y también con la clásica concha del peregrino. Discurre siempre en dirección Oeste, de tal manera que el sol calienta la espalda por la mañana y va girando a nuestra izquierda. Por caminos de piedra, de tierra, en ocasiones por calzadas romanas y por senderos en permanente penumbra proporcionada por los más variados árboles de nuestra geografía; casi siempre fuera de la carretera, aunque cuando se camina por ella se tiene una gran incomodidad por el paso de los vehículos, sobre todo de camiones.

Por Navarra tuvimos mucho calor, terreno ondulado y paisaje de trigo, pasto y ganadería.
En la Rioja, las viñas y las huertas regadas por aspersión, con agua abundante y recorrida en pocas etapas.

Castilla y su horizonte interminable en Tierra de Campos, con un sol justiciero que nos hizo notar más de una vez esas sensaciones ya casi olvidadas en este mundo sin necesidades: la fatiga agotadora y la sed.
León, la provincia más larga y variada. Primero como Castilla y luego sus comarcas con acentuada personalidad: la Maragatería y el Valle de Bierzo, agua reconfortante por todas partes, gran variedad de cultivos y costumbres gallegas.

Galicia y su verdor, las brumas matinales entre meigas, la presencia permanente de las vacas y sus pequeñas aldeas.

Y a lo largo de Camino, el Arte, reflejado en sus Catedrales, Iglesias, castillos, pueblos y ciudades. Y el sentir de sus gentes, en conversaciones en una fuente, tienda, bar, o en un descanso bajo un árbol.
Llegamos a Santiago un domingo de Agosto. Después, en la misa de doce, concelebrada y abarrotada de gente, la referencia al Peregrino fue constante. Y el Botafumeiro evocando el rito medieval.

El Camino es duro pero engancha. A pesar de andar juntos padre e hijo, los silencios fueron largos; cada uno con pensamientos y reflexiones que ayudan a encontrarse con uno mismo, sin ningún interés por la prensa, noticias, televisión…, en franca armonía con la naturaleza y el Camino. En muchos momentos se ha hecho realidad lo que decía Lope de Vega:

“A mis soledades voy
de mis soledades vengo
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.”

También hemos tenido una animada conversación entre nosotros y otros caminantes, españoles y extranjeros. Hemos sentido calor , frío, cansancio, hambre y sed. Sin embargo las satisfacciones han sido muchas: hemos comido, bebido y dormido como si fueran necesidades primarias; hay momentos durante la marcha en que el caminante se funde con la naturaleza, se saborea el entorno, la tierra, el paisaje; se abren los sentidos a rumores que creíamos olvidados: el paso del viento entre los árboles, el canto de los pájaros, el correr del agua,…, se captan multitud de fragancias y se advierten detalles como el vuelo silencioso de las aves…

Y la mente quiere abrazar a todos los seres queridos y desear un mundo en paz, lleno de generosidad y de amistades sinceras.