El centro histórico de Liubliana, lleno de paseantes como nosotros, ilustra con sus palacios, casas, estatuas, puentes y el castillo a una ciudad llena de paradojas a orillas del Ljubljanica.
Hemos comido en un restaurante cerca del triple puente, hoy comida de mar y una jarra de Lasko. En una mesa cercana una joven pareja charlan mientras su hija, de unos 3 años, juega con el móvil de su padre. Un pardal picotea las migas de la mesa y el padre anima a la niña a que vea cómo acuden más gorriones a comer las que ha esparcido en el mantel. Ella entusiasmada con el móvil ni siquiera ha levantado la vista, cuando se lo han quitado la niña de unos tres años se ha puesto a llorar y los pardales han huido asustados no sé si por los lloros o por el futuro de la humanidad. El horror…
Ha comenzado a llover y nos hemos ido en un barco por el Ljubljanica,denso, apacible, y otra vez, ahora a cubierto, con el murmullo de la lluvia encima de nuestras cabezas.
( Texto de P.A.D. y la foto superior. La de río y cabecera son de de Diego Celso)