AL ABORDAJE (Viaje a la isla de Tabarca)
Un barco pirata al mando de un valiente, audaz y sonriente capitán se apresta a llevar la libertad a una isla, que no la Tortuga, pero da igual, dominada por un país imperialista y gobernada por un alcalde opresor de unos pobladores que anhelan la libertad. Los piratas, buenas personas, o terminan por hacerse buenos después de su rebelión contra el capitán, lucharan, ¡cómo deber ser!, por la libertad. ¿Qué me dicen si además los buenos inventan la ametralladora, los lanzallamas, las excursiones en globo y hasta los submarinos? Una pasada, ¿no? Y es que nada mejor que ir a una isla que ver antes, en el trayecto de ida, una película estupenda y divertida de piratas dirigida de forma sorprendente por uno de los directores más importantes del cine negro, Robert Siodmak, e interpretada con empatía por un actor, con algunas, cuando la hace buenas películas en su haber, que será luego con el paso de los años uno de los grandísimos actores del cine, encima, aunque es lo de menos, le dieron el Oscar por su interpretación de un farsante, como tantos otros de grupos americanos, predicador, o como se quiera llamarse. La peli era El fuego y la palabra (Elmer Gantry, 1960, título original) escrita y dirigida por Richard Brook. El actor, nada menos, que Burt Lancaster, anteriormente trapecista circense, dejo la profesión debido a un accidente en la pista. Lo curioso es que su llegada a Hollywood lo fuese como actor principal, sin pasar por ser un secundario, y nada menos trabajando junto a aquella Eva era mujer (título de una de los filmes en los que actuó) que fue Ava Gardner. Aquella película era Forajidos (946), primera de las varias versiones del relato corto, Los asesinos, escrito por Hemingway.

Cine de piratas y de islas, de enfrentamiento entre España e Inglaterra, que alimentó muchas imágenes de nuestra infancia, aunque, no se sabe si por problemas de censura, los grandes barcos de los malos, que aparecían como ingleses llevaban enseñas de Castilla o… como en este filme que vemos mientras nos acercamos al punto de partida del barco (hora es decir que se trataba de El temible burlón, 1952 de título original El pirata rojo), intenten casar a la protagonista con el grasiento y malévolo alcalde de la isla, vestida con una especie de mantilla española… Lo mismo da, la película nos divierte, nos muestra que cualquier género es bueno cuando el filme tiene calidad, lo que se muestra al comprobar que el tiempo la ha mantenido fresca a pesar de los años que han pasado de su realización.

Y, como nos gustan, las pelis de piratas y de islas, no podemos dejar de hacer una excursión a la isla más grande, y la única habitada de la Comunidad Valenciana: Tabarca a la que se puede llegar en poco tiempo desde Santa Pola, también, aunque con más tiempo de travesía desde Alicante.
Es la segunda vez que intentamos abordar la isla. La primera fuimos rechazados por… un temporal. Por eso, frustrado, me negué a volver a pensar en ese viaje, pero la insistencia de varios asociados, llevó a plantear esta segunda incursión para tomar la isla la única, además, habitada de nuestra comunidad.

Ahora, fue en un sábado 2 de abril de 2022, el tiempo es bueno. La divertida película nos ha hecho pasar el tiempo de llegada a Santa Pola en un suspiro. Y en Santa Pola la cara de nuestra querida guía acompañante Esther se ilumina, y su alegre voz nos dice eso, que estamos en esa población costera. Su alegría, le lleva a sus recuerdos, cuando estuvo años atrás aquí de profesora en su instituto.
Llegamos al puerto y en el primer barco de la mañana, cuando aún la aglomeración no es excesiva, nos vamos acercando lentamente a la isla que nos espera con los brazos abiertos. Casi al llegar nos permiten bajar a la planta baja, acristalada, para ver, desde allí, el fondo marino con su nutrida compañía de peces. Por cierto, no estaría mal la limpieza cristalera, porque en algunos momentos hay que adivinar, más que ver lo que el poco traslucido cristal nos trasmite.

Travesía sin incidentes. Una isla en forma de un ocho, en uno de cuyos extremos se encuentra el islote del que se sacaría la piedra para construir las casas y edificios de Tabarca. Del otro el faro, una cueva con leyenda, una torre, el cementerio, y campo abierto con, más aparentes que reales, tierras de cultivo. En el centro, el estrechamiento del ocho, la población. Uno de sus problemas es la casi total carencia de arbolado. En verano, ya se sabe, un secarral.
La isla a la que en el Medievo se llamó San Pablo, porque se decía que aquí desembarcó el romano convertido, y que diera, que se le va a hacer, un giro a aquella iglesia reciente que, al amparo de la doctrina de Jesús, intentó formar San Pedro. Pero eso, como Santiago o los tres reyes magos de Colonia, como otras muchas historietas se alejan, vete a saber hasta dónde, de la realidad. Leyendas que dominan, la mayor parte de las veces, de forma interesada a la realidad, ya que de esas leyendas derivan, en varios casos, grandes negocios, ganancias…un dinero que el pueblo paga para aumentar las riquezas de instituciones de todo tipo (sociales, religiosas…).

La isla de Tabarca, por supuesto nada tiene que ver con la maravillosa Malta, porque entre otras cosas es una islita donde no pueden vivir muchas personas, donde no hay posibilidad de explotación, donde se recorre de un lado a otro en muy poco tiempo. Es como una hormiguita flotante en el mar, en este caso, mediterráneo. Eso si ya fue conocida por los griegos que la llamaron Planesia, los romanos la convirtiendo en Planaria y sería la llegada, o traslado, a este ocho de los genoveses, en número de 323, liberados de la esclavitud en 1768 por Carlos III, uno de los pocos grandes reyes de nuestra moderna historia, que además no iba para rey, ya que tuvo que tomar el puesto de su hermano, quizá a su pesar ya que probablemente se encontraba a sus anchas siendo el virrey de Nápoles. Aquellos genoveses, oriundos de la isla tunecina de Tabarka, fueron rescatados de su estado al que les había conducido la toma de su isla por el rey de Túnez, siendo llevados a Argel. El nombre de la isla, al ser ubicados en ella como hombres libres, como recuerdo de aquella otra en la que fueron aprisionados, la denominan Nueva Tabarca, para posteriormente, y por lógica, ser borrado lo de Nueva.
Antes de comer, Esther nos guío en el paseo por la isla. Vimos por fuera, claro. ya que actualmente está en restauración, la iglesia de San Pedro y San Pablo, la antigua casa del gobernador, un edificio que quiso edificarse dentro de un castillo, que nunca llegó a construirse. Era la residencia del Gobernando y al mismo tiempo Ayuntamiento. La guarnición que había en la isla y el gobernador abandonaron la isla en 1850. Hoy esta casa se ha convertido en un hotel

Casas tabarquinas algunas de ellas pintadas, restaurantes y bares, por la fecha en que hemos visitado la isla, aún no a pleno rendimiento o incluso varios cerrados. Hay casas que ofertan alojamiento.

La isla ahora mira al turismo, ya que la tierra es de poca calidad.
La isla está amurallada con piedra como, ya lo hemos dicho, todas las casas de la isla, que están dentro de la muralla. Actualmente está muy deteriorada. Quedan tres puertas de estilo barroco
Comemos arroz a banda, aunque hubiéramos preferido el caldero tabarquino, pero el que no se conforma…
Después, los que quisimos, y teníamos fuerza acompañamos a Esther por un paseo hacia el otro lado de la isla, donde estaba el faro, el cementerio, la torre de San José…, un bonito paseo en el que fuimos, circularmente, bordeando el mar.

En esta isla se ambienta una novela negra: Dos langostas para ti… de esta barca (2012) de María Jesús Toro Jímenez, incluso la película Tabarka (1996) se rueda íntegramente en la isla. La dirige el más bien desconocido realizador Domingo Rodes. Se basa en la novela de Miguel Signes Molinés, natural de de Tárbena (Alicante), persona que estuvo en la prisión después de la guerra del 36 con Miguel Hérnandez. Cuenta, la novela, la historia de un activista republicano, quien al ser perseguido por los franquistas se refugia en la isla.
Va haciéndose la hora de coger el último barco del día que nos llevará a Santa Pola. En la vuelta, el mar no está tan tranquilo como en la mañana, es el presagio del fuerte oleaje que en los siguientes días azotará gran parte de las cosas de la Comunidad, y que dejará, incluso a oscuras durante unos días a la isla.
Un día después, probablemente, hubiéramos tenido problema para pasar este buen día en Tabarca. Ahora ya dejamos atrás Santa Pola y enfilamos rumbo a Valencia. Seguro que también han quedado atrás recuerdos y añoranzas de la estancia de Esther en esta población.

En la vuelta unos echan un sueñecito, otros comentan lo visto en el día. Atrás queda Tabraca, también el recuerdo de la película divertida de piratas que vimos en el viaje de ida. ¿Por cierto quién habrá proclamado la idea de que Burt Lancaster era homosexual? ¿Acaso se debiera a que le dirigiese en algunas de sus maravillosas y últimas películas, Luchino Visconti? Si, Visconti, comunista y aristócrata era homosexual. Lancaster, gran persona, progresista, ni fue aristócrata, ni homosexual. Lo que si fue es uno de los grandísimos actores de Hollywood, de los más grandes, que provenía del mundo del circo.
Escribe: Adolfo Bellido López
imágenes : Elvira Ramos