FILA SIETE MARZO 2020
SOBRE EL WESTERN
1.- El western género de géneros
Steve McQueen: ¿De dónde viene forastero?
Yul Brynner: Del Norte. Y usted ¿a dónde va?
MQ: A la deriva. ¿De qué ciudad viene?
B: De Dodge ¿y usted?
MQ: De Tombstone. ¿Hay tiroteos en Dodge?
B: Los hay. En todas partes es lo mismo. Se trata sólo de saber disparar Nada i importante
(Los siete magníficos de John Sturges)
El western es quizá el género por excelencia del cine, de forma que, en parte algunas de muchas de sus claves, de sus planteamientos o elementos genéricos son utilizados en otros géneros. No es extraño, por ejemplo, que gran parte el cine negro tome como referencia al western o viceversa. Novelas de escritores de novela negra vieron varias de ellas transformadas en western llegando incluso, en algún caso, a hacer de una misma novela dos películas cada una correspondiente a uno de los géneros; así, por ejemplo, la novela de W.R. Burnett, Higt Sierra, daría lugar a El último refugio (1941)-cine negro- y Juntos hasta la muerte (1949) –western- ambas dirigidas por Raoul Walsh. Sobre novelas de Burnett existen numerosas traslaciones de sus novelas al cine del oeste entre las que se encuentran, entre otras muchas, la excepcional Cielo amarillo (1948), clara unión entre el cine negro y el westerns, La jungla del asfalto (1950) convertida en Arizona prisión federal (1958) de Delmer Daves, un realizador de numerosos western pero a los que envuelve con un tono melodramático como demuestran Jubal (1958) y sobre todo El árbol del ahorcado (1959). Nada raro cuando el melodrama impera en la mayor parte del cine de Daves, de hecho uno de sus más famosos guiones es Tú y yo de Leo McCarey en sus dos versiones de 1939 y 1957.
El melodrama también se impregna del western o al revés. Otro caso es la doble versión, en cada género de un mismo guión: Odio entre hermanos (1948), melodrama, dirigido por Mankiewicz se convertiría años después en un western, Lanza rota (1954) de Dmytryck.
También un filme de guerra, de la que sea, y sobre todo las coloniales, puede convertirse en un western o al revés. Citemos, entre otros muchos, dos casos: Tambores lejanos (1951) –western- parece una revisión de Objetivo Birmania (1945), dos grandes películas dirigidas por Raoul Walsh con una particularidad, ninguno de los guionistas de ambos filmes, son los mismos. El otro caso sería la reconversión de Gu-gan-din (1939) de George Stevens -guerras coloniales- en Tres sargentos (1962) –western- de John Sturges. En esos dos títulos ocurre igual que en los anteriores los guionistas y el ¿argumento? no son de los mismos escritores. Por cierto en el filme de Sturges, quien aparece acreditado como autor del ¿argumento? y el guión es W. R. Burnett.
El western es casi tan antiguo como el cine, y ha tenido una gran aceptación durante años. El primer título reconocido es Asalto y robo de un tren (1903) de Edwin S. Porter. Los primeros filmes primaran, desde la simplicidad, las aventuras del protagonista enfrentado a los malvados en los que abundan las persecuciones y las peleas donde el caballo es tan fundamental como una pistola, incluso hay filmes donde sobre dicho animal se sustenta el filme como ocurre en la tardía Yo, gran cazador (1980) de Anthony Harvey.
2.- Los grandes del western
Vaquero: Oiga, esa es la frontera mexicana. No podemos seguir
Gregory Pek: Yo sí
(El vengador sin piedad de Henry King)
Varios directores considerarán el western como algo más que simples persecuciones, al plantear historias donde los personajes tienen entidad e incluso introduciendo elementos tanto históricos como ahondado en una gran profundidad psicológica. Uno de los filmes orientadores del nuevo rumbo del género será John Ford con El caballo de hierro (1924). Será, luego, sin duda quien derive estas películas hacia unos planteamientos psicológicos y de estudios de personajes con La diligencia (1939). Ford será un claro referente del cine del oeste con muchas películas genéricas y cuya gran maestría le llevaría a la cima con Centauros del desierto (1956). Henry King con El pistolero (1950) hablará sobre la soledad, angustia del pistolero. Uno de los filmes claves del western psicológico.
Entre los grandes realizadores del género haría que citar, aparte de algunos de los citados (Walsh, Daves, Sturges, Wellman), con John Ford a la cabeza a Howard Hawks, Budd Boetticher. Don Siegel, King Vidor, André de Toth (otro de los venerables tuertos del cine: Ford, Ray, Lang, Walsh), Nicholas Ray, Robert Aldrich,…, las aportaciones de William Wyler, John Huston, George Stevens, Otto Preminger, Robert Parrish, Richard Fleischer, Gordon Douglas, Samuel Fuller… sin olvidar el sensacional director de westerns Anttony Mann.
Actualmente el western ha declinado, pero nunca perecido como demuestran diversos realizadores como Quentin Tarantino o películas como Appalosa (2008), todo un repaso a la esencia del género. De cualquier forma ha ido dando paso, en Hollywood, a otro tipo de cine, ya sea de ciencia ficción o de superhéroes donde se pueden encontrar muchos elementos traspasados del western; no sólo porque existe un filme titulado Los siete magníficos del espacio realizada en 1980 por Jimmy T. Murakami sino por toda la serie de La guerra de las galaxias e incluso por, sobre todo, el inicio de la serie Indiana Jones: En busca del arca perdida (1981) de Steven Spielberg.
- – El western escrito y realizado fuera de Estados Unidos
Alan Ladd: Un revolver es sólo una herramienta de trabajo como una azada. Es malo o bueno según quien lo tenga en la mano
(Raíces profundas de George Stevens)
Lo que hemos referido anteriormente se refiere al western clásico y hollywoodense, pero el género se impone también en otros países en novelas, comics. En España por ejemplo en comic se puede recordar El pequeño luchador o El coyote, inspirado a su vez en las novelas de José Mallorquí. Hubo muchos novelistas españoles (en algunos casos de novelas de kiosko) adictos al género, fundamentalmente como forma de sustento en los años de la postguerra española como fueron Marcial Lafuente Estefania o Silver Kane, pseudónimo tras el que se ocultaba por motivos políticos, Francisco González Ledesma, posteriormente, ya con su nombre, excelente escritor de novelas de serie negra cuyo personaje principal era el comisario Méndez y que ganaría el premio Planeta en 1984 por Crónica sentimental en rojo, correspondiente a la serie de dicho comisario. Pero esas novelas, algunas de forma mucho más tarde, como ocurría con algunas películas sobre El coyote, no fueron llevadas al cine en su momento. Serán los alemanes los primeros que realizaran películas del oeste basadas en novelas de Karl May. Sobre su obra hay numerosas adaptaciones. Ya en 1920 existe una adaptación de una de ellas, aunque el boom será en producciones desde principios de los años sesenta la mayoría interpretadas por uno de los tarzanes del cine, Lex Barker y la mayoría dirigidas por Harald Reinl: El tesoro del lago de la plata (1962), Furia Apache (1963), La carabina de plata (1964)… Naturalmente todas ellas producidas en Alemania Occidental. Por cierto Reinl alternaba estas películas con otras policiacas basadas en novelas de Edgar Wallace.
Unos años antes, en la década de los cincuenta, el gran director japonés Akira Kurosawa, gran amante del cine norteamericano y en especial de los western y del cine negro, habrá trasladado el esquema del westerns a Los siete samuráis (1954), por lo que no será raro que en ella se base luego Los siete magníficos (1960) de John Sturges. Los siete samuráis no es el único referente al western de Kurosawa. Realizará bastantes más. Uno de ellos Yojimbo ( es importante ya que en ese título se basará el primer western (siguiendo casi al pie de la letra la película de Kurosawa) que dirige Sergio Leone con el título de Por un puñado de dólares realizado en 1964.
- Sergio Leone y el spaguetti western
Clint Eastwood: El mundo se divide en dos, muchacho: los que encañonan y los que cavan. El revolver lo tengo yo, así que puedes empezar a coger la pala.
(El bueno, el feo y el malo de Sergio Leone)
Por un puñado de dólares será la espoleta de salida exitosa del luego denominado spaguetti western, películas del oeste realizadas en coproducciones entre Italia y España con nombres, muchas veces, de directores ocultando el verdadero, por otros que suenen a americanos. En el total de esa derivación del género no todo, si mucho, es detestable. Curiosamente en algunos filmes se llegan a esconder planteamiento marxistas yendo más allá del género y creando personajes como Django y Sartana, el primero de los cuales será recogido por Tarantino en Django desencadenado (2012) a mayor gloria de Django, así como de la derivación del western clásico, y su homenaje a los directores que lo realizaron/crearon como Leone (aunque éste por encima del resto de realizadores de esos filmes tipo serie B), Sergio Corbucci, realizador de Django (1966), la primera película del personaje o Enzo G. Castellani en cuyo filme Aquel maldito tren blindado (1978) se inspira (o a la que autohomenajea) Malditos bastardos (2009). Dentro del (a veces mal considerado) spaguetti western existen obras muy interesantes, sirva como ejemplo la trilogía de Sergio Solima formada por El halcón y la presa (1966), Cara a cara (1967) y ¡Corre cuchillo… corre! (1968).
¿Y Sergio Leone? Por encima del bien y del mal, su obra es muy superior al resto de sus seguidores. Un libro muy recomendable sobre su obra, Algo que ver con la muerte de Chistopher Frayling (o el análisis de su obra llevada a cabo por Carlos Aguilar en Sergio Leone) sirve para adentrarnos en la personalidad de uno de los más importantes realizadores del cine italiano de la segunda mitad del siglo XX, y que, debido a su temprana muerte, sólo dirigió siete películas, ocho si en realidad su labor fue, como parece, más allá de producir y escribir Mi nombre es ninguno (1973) de Tonino Valeri. Leone llegó a decir que eran unos hijos de puta aquellos directores que en Italia trataron de seguir su estilo. Un estilo personal, que llevará a cambiar, incluso en América, ciertas formas de enfocar el género. Admirador del cine norteamericano intento realizar tres películas en homenajes a tres de los grandes géneros del cine americano: el western, el negro y el musical. La muerte le impidió realizar la tercera. Las otras dos fueron dos películas excepcionales, Hasta que llegó su hora (título original: Erase una vez en el oeste, 1968) y Erase una vez en América (1984). En honor a ellas Tarantino daría el título de Erase un vez… en Hollywood (2019) a su último filme. Si Por un puñado de dólares es una copia casi total de Yojimbo (con todo tiene momentos notables como el comienzo o el duelo final), las dos restantes que rueda con Clint Eastwood, La muerte tenía un precio de 1965 (el título original seguía la ironía del anterior; se había titulado de esa forma ya que por el escaso dinero empleado en la realización no pudo trabajar con actores americanos conocidos. Ahora que si puede emplear algunos más la titulará Por unos dólares más) y El bueno, el feo y el malo innovan, trasgreden el western clásico y le dan un nuevo sentido, que llega incluso al país de origen y no sólo a través del que era, entonces, prácticamente un desconocido actor, Clint Eastwood, sino que aparece en filme de directores realizadores de muchos, e interesantes, westerns caso de Nevada Smith (1966) de Hathaway y que incluso marca la senda nada menos que de Sam Peckinpah quien desde un western de tintes clásicos, Duelo en la alta sierra (1962) va derivando hacia alguna de las propuestas del cine de Leone con Grupo salvaje (1969), Pat Garret y Billy el niño (1973) o ¡Quiero la cabeza de Alfredo García! (1974).
5.- La vivencia del género
Sheriff: ¿Has venido a matar a esos granujas?
Wayne: Sí
S: ¿Cambiarás de idea?
W: No
(El último pistolero de Don Siegel)
El cine del oeste ni había, ni ha muerto. El último pistolero (1976) de Don Siegel no cierra ninguna etapa. Siegel había realizado bastantes western, incluso encubiertos, otra manera de encauzarlos, caso de La jungla humana (1968), donde se produce el encuentro de Siegel con Eastwood al proponerle el papel principal de la película. Ese encuentro llevará no sólo a que el actor de aquel film interprete muchos otros que dirija, sino también a una gran amistad entre ellos que conducirá a la creación de una productora, Malpaso, y a que Eastwood se convierta en un interesante realizador de varios importantes western (y no sólo), uno de los cuales Sin Perdón (1992), dedicado a Sergio (Leone) y Don (Siegel), reciba el Oscar a la mejor película.
Los años 1970, siguiendo los caminos marcados, el western optará en parte por seguir una línea crítica y desmitificadora con títulos de Arthur Penn (Pequeño gran hombre, 1970, Missouri, 1976), Richard Boook (Los profesionales, 1967; Muerde la bala, 1975); Sidney Pollack (El camino de la venganza, 1968; Las aventuras de Jeremiah Johson, 1972); Ralp Nelson (Soldado azul, 1970); Abraham Polonski (El valle del fugitivo, 1970)
El western sigue, pues, adelante, vivo, no con tantas películas, al menos directas, como en los años cuarenta o cincuenta pero aquí y allá siguen realizándose. No el país, ni la época se oponen a su existencia, incluso filmes transcurridos en la época de la colonización americana (y sus derivaciones como la revolución mejicana) no serán nunca western, no tendrán sus características propias. Nunca será un western Lo que el viento se llevó (1939) de Victor Fleming y muchos otros realizadores que intervinieron ni tampoco Lincoln (2012) de Spielberg a pesar de trascurrir durante la guerra de sucesión Misión de audaces (1959), Fort Bravo (1953) de Sturges o Mayor Dundee (1965) de Peckinpah. Nunca será western la maravillosa El viento (1928) de Sjostrom pero si lo serán La venganza de Frank James, 1940, Espíritu de conquista, 1941 y Encubridora, 1952, todas de Fritz Lang.
Discutible que sea un western ¡Vva Zapata! (1952) de Elia Kazan pero lo son Bandido (1956) de Richard Felscher, Más allá de Río Grande (1959) de Robert Parrish o, nada menos, Veracruz (1954) de Robert Aldrich. A pesar de su exaltación pacifista no es un western La gran prueba (1956) de Wylliam Wyler pero lo son otros importantes títulos de su director como El forastero (1940) y Horizontes de grandeza (1958). No tengo la seguridad que Duelo al sol (1946) puede ser considerado como un western pero, sin dudarlo, lo son otros títulos de su director, King Vidor, como Paso al noroeste (1940) o La pradera sin ley (1955). No lo será, en fin, El tesoro de Sierra Madre (1948) de Huston pero lo será, sin duda, otro de sus filmes, Los que no perdonan (1960).
6- Nuevas tierras, nuevos lugares: un camino
Ben Johnson: A catorce días de aquí hay una ciudad y un banco. ¿Le interesa atracarlo conmigo?
Marlon Brando: No
J: Se dice que busca a un antiguo socio suyo para ajustarle las cuentas. Pues, vera, amigo, ese antiguo socio es ahora el sheriff de esa ciudad. ¿Le interesa ahora mi oferta?
B: Sí
(El rostro impenetrable de Marlon Brando)
El western es un cine de espacios abiertos, de expansión, de colonización, posesión y asentamientos de unas tierras que se extiende en inmensas llanuras libres, o con indios cercanos, sobre la que se asentarán ciudades con una calle larga de entrada y salida. Quizá son ciudades para vivir mañana o sólo mientras cerca haya un filón que explotar. La llegada al mar supondrá el fin de esa expansión, por eso en casi ningún filme del género aparece el mar, lo que supone el fin de la tierra. Recordemos El rostro impenetrable (1961) el único título que dirigiera Marlon Brandon después de echar del rodaje al realizador que lo comenzó, Stanley Kubrick. Toda una rareza, original y atrayente.
El tema de la creación, y destrucción de una ciudad, es tratado en La leyenda de la ciudad sin nombre (1969), un muy estimable título de Joshua Logan, que, no sé por qué extraños designios, salvo en España, fue un fracaso comercial al tiempo que parte de la crítica la trató con dureza. Sin embargo, en él, se puede seguir muy claramente la transformación de una ciudad en el viejo oeste. Todo el proceso, interno y externo, por el que finalmente será destruida.
Sobre el oeste, su historia prima la leyenda a la realidad. Lo bonito, lo impositivo a la más simple o elemental realidad. Debe disfrazarse para convertir la derrota y heroicidad, el cambo de los tiempos en necesidad. En ese sentido, entre otras películas, se mueven Fort Apache (1948) y El hombre que mató a Liberty Valance (1962), La verdadera historia de Jesse James (1957) de Nicholas Ray, Forajidos de leyenda (1980) de Walter Hill o Del infierno a Texas (1958) de Henry Hathaway
El western puede tratar cualquier tema el egoísmo humano, la solidaridad, el militarismo y el antimilitarismo, la violencia, la paz, el odio, el perdón, el caminar externo como representación de un camino interno, el racismo y el antirracismo, el aprendizaje, la unión, el deseo… incluso ha llegado a plantear la homosexualidad y conste que no me refiero a ese falso western que es Brokeback Mountain (2005) de Ang Lee sino a El hombre de las pistolas de oro (1959) de Edward Dmytryck.
El duelo, el encuentro final, exageradamente elevado a una minuciosa categoría superior en Leone, entre los pistoleros, un grupo contra otro, supone el final, con un triunfador, de la tragedia en un mundo sin paz, ni orden, donde un caballo es tan importante como una pistola.
Allá están, como envoltorio, los salones con sus chicas y su mesa de juego, su barman y sus enfrentamientos donde un joven comienza a aprender a vivir. Un lugar donde llega la diligencia o las vacas que traen comida a la población, o se asientan en el lugar o cogen el tren que las conduce a otros lugares donde son necesarios.
Luchas por la tierra entre los grandes latifundistas y los pequeños colonos, la caballería, las cercas como parón a la libertad, los ovejeros contra los vaqueros, los amos ejerciendo su déspota dominio sobre los vaqueros del rancho bajo el control de un capataz a veces odioso y cruel. O el pistolero cansado que busca una casa donde habitar, tener una familia, empezar a cultivar una tierra o a ensancharla.
Gentes de distintas nacionalidades que acuden al reclamo de unas nuevas tierras, de algo que tener transitando por unos caminos agrestes mientras unos indios observan lo que ocurre, miran a aquellos raros seres que quieren quitarles su comida, sus tierras, su sentido de vida. Y el ferrocarril que une lugares, conduce reses, es el objetivo de los bandidos.
Irlandeses, ingleses, indios, africanos, chinos, gente nacida de aquellos pioneros que llegaron de Inglaterra o descendientes de franceses intentando formar una nación.
Un Norte y un Sur divididos, problemas raciales, exterminio de razas, libertad y opresión, esfuerzo y sufrimiento.
Unos carromatos, o un trasporte de reses, que realizan un trayecto. Mujeres que van en busca de marido, requeridas por hombre solitarios que quieren formar una familia, convivencia, soledad, sumisión, dolor, miedo… y niños mirando todo ese nuevo mundo que se abre a sus ojos asombrados, creciendo, haciéndose hombres inmersos en múltiples peligros
Todo eso, y mucho más, es el western. No es extraño que sea un género universal. Cada país puede aplicar sus normas, incluso como hace poco rodar un filme francés del oeste, Los hermanos Sisters (2018) de Jaques Audiard y con guion, como siempre en sus películas, de Thomas Bidegain quien en 2015 dirigió el que hasta el momento en su único largometraje (aparte ha realizado en 2019 una de las cinco partes de Selfie), Mi hija, mi hermana, donde propuso, en el hoy, una especie de relectura de Centauros del desierto
Y existe hasta un western jordano muy interesante de 2015, Lobo. O el cercano filme español de Benito Zambrano, Intemperie también planteado, igual que el título jordano, como un western iniciático por el cual un niño, a lo largo de un camino (externo pero interno) se convierte en un ser adulto.
Escribe: Adolfo Bellido López