The Guilty (2) de Gustan Moller
Película danesa claustrofóbica en cuanto se centra en un único lugar y, prácticamente, en un único personaje con, además, una unidad de tiempo: el filme transcurre en el mismo tiempo que se desarrolla la trama. No es el único caso que esto ocurre en el cine. Como ejemplo de, casi, un rigor de tiempo se encuentra Sólo ante el peligro o con unidad de tiempo, espacio y personaje la película española de Rodrigo Cortes, Buriel. Hay, de todas maneras, muchos más casos. En varios puede parecer que esta forma de narración tiene mucho de práctica cinematográfica avanzada, de afán por mostrar cómo lograr un filme atrayente con escasos medios y centrados en determinados, y limitados, espacios. Un rostro, basta quizá, para encarar la historia que funciona en virtud de una trama atrayente por su intriga.
La historia puede considerarse simple: un policía atendiendo llamadas telefónicas recibe la de una mujer supuestamente secuestrada. Desde su puesto deberá derivar toda la organización de la liberación del personaje. En realidad el filme va más allá de este planteamiento intrigante al plantear todo un proceso subjetivo de quien escucha el relato. No estamos ante la deriva mental clásica de un personaje narrada en primera persona ya que aquí su subjetividad procede de las conversaciones telefónicas lo que le llevan a crear una historia desde lo que escucha (al fin y al cabo La conversación de Coppola partía de ello).
Quizá el punto de partida es discutible. No entra dentro de la lógica que un policía crea lo que escucha, esa llamada telefónica de una mujer secuestrada. ¿Cómo puede pensar que el secuestrador, en el caso de existir, le permite utilizar un teléfono? Al fin y al cabo es la premisa, todo lo discutible, que se quiere sobre la que se basa el filme, que, poco a poco, y también dentro de un planteamiento forzado va derivando hacia una propuesta moral.
Es la primera película de su director, el danés Gustan Moller, un ejercicio, más o menos notable, de realización pero, también, de escaso calado. Eso si cuenta con una muy buena interpretación y consigue desde su claustrofóbico planteamiento interesar y hacerse notar como una película con cierta enjundia. Discutible si se quiere, pero correcta. Ahora bien su originalidad se pondría en entredicho si pensamos en que un tema parecido es el sustento del filme de Brad Anderson La última llamada (2013) de Brad Anderson, nunca estrenada comercialmente en España y que, eso sí, se editó en DVD.
Viudas (2) de Steve McQuen
Steve Mc Queen, sin ninguna relación con el actor del mismo nombre fallecido en 1980, es un director inglés de color, nacido en 1969, iniciado en el cine a
través de numerosos cortometrajes (más de 25) y cuyo largometraje Hunger (2008) le abrió las puertas para trasladarse a Hollywood. Con su tercer largometraje, 12 años de esclavitud (2013) ganaría el Oscar a la mejor película. Ahora rueda la cuarta, un filme, que se basa en una serie de televisión y que cuenta en el guión con la aportación de Gillian Flynn (Perdida de David Fincher). No hay que pedir demasiado a un título que, de manera discutible, intenta combinar acción con planteamientos ¿feministas? y políticos. Algo que, por supuesto, sólo consigue a medias.
Un comienzo espectacular transmite lo que intenta ser: pura acción e intento de retratar la vida de cuatro mujeres (tres sobre todo), cuyos maridos van a morir (se supone que todos y ese es uno de los engaños del guión) en un atraco. Se trata de un montaje en paralelo de la escena del fallido robo y de las actividades y vivencias de las esposas.
La primera parte tiene interés y cuenta con alguna secuencia magnífica en realización (el asesinato de dos camellos de color por el segundo del, digamos, mafioso, de la trama al ritmo de rap) y en la que se plantea el robo que van a llevar las viudas de un dinero que ¿les pertenece?
Entre medias, la historia política de la elección entre el hijo del cacique de siempre y el mafioso de turno, embrollada y donde los personajes no quedan bien definidos. Lo peor, sin embargo, será la presencia de personajes en momentos claves para permitir la deriva del relato, que salen y desaparecen a gusto del guión y las sorpresas que empiezan a aparecer en la segunda parte del relato. De todas maneras, con sus defectos, que son muchos, con su falta de sentido de una historia que va sorprendiendo con su trama tramposa o sus reacciones rayando lo inverosímil, Viudas se deja ver. Está bien rodada, cuenta con buenos actores y deja el regusto de ese cine de fácil digestión y, por tanto, también de fácil olvido. Una pena porque la primera parte, y alguna de sus historias, presagiaban más, mucho más de lo que, al final, nos ofrece
Escribe: Adolfo Bellido López