Record de taquilla
En el último mes de mayo pocos estrenos ha habido destacables en las pantallas valencianas. Lo que no quiere decir que sea todo el cine estrenado en España en ese tiempo. La cantidad de estrenos semanales o la de algunos títulos de gran tirón comercial impiden a otras películas llegar a nuestras pantallas. Un problema de difícil solución. Si este año se sigue, que se está cumpliendo la tendencia del pasado año, al final del año se habrán estrenado más de ochocientas películas. El record en 2018 lo ostento el segundo fin de semana de noviembre momento en que se llegaron a estrenar nada menos que 22 películas. ¿Cuántas de estas llegaron a Valencia? Muy pocas. Los estrenos en nuestra ciudad semanales suelen ser estar entre cinco o siete. A veces menos, pocas más. Menos si uno de los filmes nuevos que llegan es un filme de gran impacto comercial como ocurre con muchos filmes de la productora Disney, donde se está, y con mucho éxito, pasando de animación a personajes reales (mezclados casi siempre con efectos digitales). Ha sido el caso reciente de Dumbo y de Aladin, a las que seguirá El rey león. Todo ello, en la Disney, sin olvidar la animación por ordenador eficaz sobre todo de PIXAR, seguidora de algunas de sus, siempre, eficaces sagas (caso del inmediato estreno de Toy Story 4).
A todos estos filmes (y muchos otros de productoras distintas de la Disney que siguen con sus sagas: Como entrenar a tu dragón; Mascotas…) hay que añadir lo de los superhéroes, cuyo estreno de Los vengadores: endgames con sus tres horas de duración has sido abrumador y avasallador. A principios de junio ha recaudado en España nada menos que (en cinco semanas) 27.591.928 euros. Un filme que por su duración y por la cantidad de salas de un mismo cine utilizadas para su proyección con lo que el número de pases (en la primera semana) llegó a ser de 8 diarios.
Y a las películas de superhéroes hay que añadir ahora las de cantantes famosos como Bohemian Rapsody el filme sobre la vida, simplificada y alterada, de Freddie Mercury y el grupo Queen, que a fin de año, y sin acabar su explotación comercial, había acumulado unos veintiocho millones de euros frente a los veinticuatro y medio obtenidos por el título siguiente Jurassic World: el reino caído.
Ahora, también con intención de arrasar, se acaba de estrenar (recién llegado del festival de Cannes) Rocketman sobre la vida de Elton John.
Nuestro cine
Frente a estas cantidades astronómicas los filmes españoles aparecen como pequeños hermanitos donde superar los diez millones de recaudación ya supone una heroicidad. Lo consiguió el pasado año Campeones que casi llegó a los veinte mayores. Y en lo que llevamos de año la sorpresa ha saltado con un mediocre filme y de presupuesto escaso como Lo dejo cuanto quiera que lleva recaudados diez millones, siendo durante más de una semana la película más taquillera. Una cantidad que dobla la del último, e interesante, filme de Almodóvar, con todo a favor en Cannes y donde sólo Antonio Banderas recibió premio como mejor actor. El festival de Cannes al premiar a Banderas impedía que la película pudiera tener otro premio, ya que en este festival rige la extraña e inverosímil propuesta por la cual las películas presentadas sólo pueden obtener un premio. Una medida que sólo se entiende si lo que se quiere es quedar bien con gran cantidad de los filmes presentados.
Así que esto es lo que hay. Grandes producciones comerciales en los cines con la consiguiente muralla que evita estrenos más importantes y minoritarios. En este mes, por ejemplo, donde se anunciaban varias películas chinas de calidad, sólo la última de Yimou, Sombras, ha sido estrenada. No lo ha hecho An elepahnt sitting still el único largometraje filmado por el realizador Hu Bu (se suicidó después de acabarlo), quizá debido a su duración: unas cuatro horas (1). Aún espera su estreno, retrasado varias veces su estreno en España, Largo viaje hacia la noche de Bi Gran, sin saber la razón de ese retraso.
En Madrid, Barcelona y otras ciudades si se ha estrenado recientemente (otra película china de bello título) La ceniza es el blanco más puro de Jia Zhang Ke, un realizador del que conocemos varias, y excelentes obras como Naturaleza muerta; Historias de Shanghai; Un toque de violencia o Más allá de las montañas y donde, al igual que sus anteriores filme, vuelve a emplear, de acuerdo a los tiempos y momentos tratados, distintos anchos de pantallas.
La película china que se ha estrenado es, como digo, la última del veterano Yimou, un realizador que pasó de realizar importantes películas (Sorgo rojo; Ju-Du, semilla de crisantemo; La linterna roja; El camino a casa…) a otras de artes marciales (Hero; La casa de las dagas voladoras; La maldición de la flor dorada) de mucho menor interés o a realizar títulos de muy escaso interés (hasta un remake de la discutible primera obra de los hermanos Coen, Sangre fácil con el título –irrisorio- de Una mujer, una pistola y una tienda de fideos). De ser un apestado en China ha pasado a convertirse en un protegido del sistema de forma que fue el encargado de rodar el filme (dura 245 minutos) sobre los Juegos Olímpicos de Pekin 2008. Cuando parecía recuperado al rodar Regreso a casa (incluso podría entenderse como un título profético que augurará la vuelta a su primer cine), donde incluso intervenía la que fuera su musa (y amante) de los primeros filmes, la actriz Gong Li, ofreció la muy lamentable La gran muralla (2016). Nuevamente parece volver, con reservas a un cine de calidad con Sombra, su película numero treinta.
Adscrita al género Wuxia (equivalente a las obras de caballería) importa sobre todo por su plasticidad, la coreografía de sus batallas planteadas como representaciones de ballet. Por lo demás, en una clara referencia a la lucha entre el ying y el yang, la oscuridad y la luz, cuyo símbolo aparece en el suelo en muchos momentos, incluido algún duelo, trata lógicamente sobre la dualidad (una persona sustituyendo a otra, siendo su doble y mostrando las dos caras del símbolo), en una reflexión sobre el poder. Muy cercana, en cuanto a modelo representativo, de las películas de Kuroswa como puede ser Ran o, mejor, Kakemusha, la sombra del guerrero que también iba sobre el doble, la sustitución de un personaje por otro, Sombra se erige como un bello filme quizá demasiado esquemático pero innegablemente repleto de hallazgos, y con un cierre, en una vuelta al comienzo, donde el poder, y su fuerza, su verdad o realidad, en un referente de cambio, quedan en entredicho.
Sombra, como mucho del cine de Kurosawa, se miran también en el cine de aventuras sin olvidar al género por excelencia en este sentido, el western
Sombra de Yimou, una de las varias películas chinas estrenadas.
… Y el western: de Hostiles a Los hermanos Sisters
A pesar de lo que significa y han significado las películas del oeste hoy el cine, en su estado más o menos puro, no vende, lo que le lleva a ser ninguneado por los exhibidores. Es el género que abarca todo, su influencia ha sido grande en la historia del cine, de manera que sus temáticas, su narrativa, su sentido ha impregnado la mayor parte de los géneros cinematográficos. Debe quedar claro que un filme del oeste no es aquel que se desarrolla en la época de la colonización americana sino aquel que viene codificado por una serie de planteamiento y formas. Títulos como Lo que el viento se llevó de Victor Fleming (y de varios realizadores más), El viento de Victor Sjöstrom o La gran prueba de William Wyler (o incluso Lanza rota de Edward Dmytryck) no son western mientras que Comancheria de David Mackenzie, La jungla humana de Donald Siegel o The warriors si lo son. Y aunque no lo sean muchos otros títulos toman elementos propios del género. Pienso por ejemplo en el enfrentamiento/desafío entre los dos personajes principales en El hilo invisible.
A pesar de ello hay personas que desprecian el género por creer, erróneamente, que se reduce a cabalgadas, tiros y puñetazos. El western es otra cosa y se abre a temas de todo tipo. En los últimos meses nos han llegado tres western, uno vía televisión española, los otros dos estrenados en los cines, aunque uno de ellos lo haya hecho casi de tapadillo.
El título que se pudo ver (recuperar) en televisión, en una sesión de noche en TVE, fue Hostiles nada menos que realizado en 2017 y que cuenta como actor principal con Chistian Bale. Pues bien la distribución cerró el paso a este título para ser estrenado en salas comerciales. Ni siquiera que sepa ha sido editado en DVD. No es un gran filme pero tampoco es despreciable, incluso se puede considerar más allá de la media. Una película de itinerario, antirracista que rinde homenaje también a otras grandes películas del género y en especial a John Ford. Con su simplicidad temática centrada en el traslado de unos indios de un lugar a otro por parte de miembros de la caballería al mando de un capitán racista, la película se abre a personajes y situaciones englobadas en el género.
Sin piedad (The Kid) de Vincent D’Onofrio es el segundo título. Casi nadie la ha visto. Ha sido estrenarla (aquí en Valencia en un centro comercial fuera de la ciudad) y quitarla sin tiempo para que los espectadores tuvieran constancia de su existencia. Puede recordar, al ser protagonizado por un chico, a través del cual revivimos los hechos, a Valor de ley de los hermanos Coen. En ambos casos (en los Coen era una chica) se trata de narrar un proceso de crecimiento. Aquí tomando como eje central la muerte de Billy el niño a manos de Pat Garret con lo que también el filme se miraría en, cierta manera, en Peckinpah.
El tercer título ha tenido mejor suerte. Al menos ha llegado a los cines y se ha aposentado algunas semanas en ellos. Se trata de Los hermanos Sisters de Jacques Audiard una coproducción entre varios países europeos entre ellos España, donde incluso se han rodado algunas escenas. Con dos excelentes actores y un sentido tan cercano como lejano al western se ha logrado una película curiosa partiendo de una, en apariencia, trillada historia: la búsqueda de un individuo por parte de unos caza-recompensas. Un camino a recorrer más de unos personajes para llegar en este caso, en un final muy fordiano cercano-y a la vez distante-al de una de las grandes obras del género y del realizador, Centauros del desierto. Se trata del anhelo por un rancho o por la casa que se dejó con un pasado que pesa, por terrible. Momentos muy conseguidos como la escena primera narrada en la narra y con un intercambio de disparos en los que únicamente se distinguen los fogonazos o la llegada a San Francisco, junto a otros discutibles (la enfermedad de uno de los hermanos por culpa de una araña) o, incluso, fuera de lugar por su deriva hacia un cierto intelectualismo, provocador además de una confusión narrativa: el personaje que acompaña al buscador de oro. Un personaje que, sin duda, da para otra película pero que aquí, aunque podemos admitir que no está de más, si resulta insuficiente. Quizá todo eso se deba a que el director como ha dicho en alguna entrevista no le atrae demasiado el género. En ese sentido la película lucha entre el gusto por el western de su guionista y el desinterés del realizador. El guionista, habitual en otros títulos de Audiard, Thomas Bidegain, ya demostró en su único filme como realizador, Mi hija, mi hermana lo que amaba el género. Su filme, actualizado, refería constantemente a Centauros del desierto. Aquí, como queda dicho, también recuerda ese título de Ford, pero no es la única referencia al género, caso de la llegada al mar recordando a El rostro impenetrable de Marlon Brando u otros instantes en los que se cruzan por el camino Delmer Daves y Anthony Mann, entre otros. El western no ha muerto, no morirá nunca porque todo el cine, de una manera u otra, bebe de este género por excelencia.
Esperemos que los meses de verano nos traigan algunas películas interesantes, sorpresivas o no, pero que mantengan vivo el cine de siempre jamás
Escribe: Adolfo Bellido López
(1) No es ni mucho menos el filme de mayor duración del momento. El record quizá sea el del filme argentino de Mariano Llinás, La flor. Dura catorce horas y media, dividas en 4 partes y seis episodios,