El seminario “Con los pies en el suelo” ha supuesto una reflexión acerca de la ambivalencia que supone volar y aterrizar al mismo tiempo. Por eso aparecieron algunos nombres especiales para las sesiones: Con los pies en el cielo, Con los pies en el vuelo, o Con los pies de en el juego.
Para todo ello nos hemos basado en el verbo teselar, una acción que requiere dos leyes para explicar su universo. Tan solo dos normas.
La primera, que una tesela nunca puede invadir el ámbito de otra. No existen los solapes.
La segunda, que entre dos teselas cualesquiera, no pueden haber vacíos. No existen los huecos.
Y hemos extrapolado esas dos sencillas leyes a las relaciones humanas, a los abrazos, a los bailes, a las compañías con ausencia de vacíos, a la cohesión social, sabiendo que una sociedad cohesionada es más difícil de manipular que otra fragmentada, dispersa, llena de vacíos.
Hemos aprendido a hacer “cuidacabezas” (no nos gustan los rompecabezas, nada de romper) y a inventar puzles domésticos con nuestros pequeños y pequeñas, juegos que nos acercan, que nos recuerdan la importancia de jugar. También hemos descubierto la fuerza de la Geometría que nos acompaña siempre.
Luego, para cerrar el círculo, hemos hecho una visita por nuestra ciudad. Una visita que nos ha permitido mirar de otra manera a los suelos. Suelos-puzles, Suelos-juegos, Suelos que nos hablan, Suelos espectaculares, Suelos con misterio.
Paso a paso, conversación tras conversación, al llegar al final, lo cierto es que hemos aprendido a volar sin alas, tanto, que todavía estamos volando.
Rafa Rivera