Este curso veremos en nuestro cineclub un ciclo dedicado al cine italiano, cine de los años cincuenta y sesenta, con los trabajos de grandes directores como son Fellini, Visconti, Antonioni, De Sica, Monicelli, Rosellini, Germi y Dino Risi. Las sesiones se celebrarán el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía un viernes al mes hasta mayo 2013 a las 17:30
La primera película es de Federico Fellini, Los Inútiles (I Vitelloni):
«I Vitelloni se estrenó en España con
mucho retraso. Nada menos que en 1969, dieciséis años después de haber sido
realizada por Fellini. Un filme, por tanto, de la época de La strada o Las noches de
Cabiria. Pocas veces se ha visto en la pantalla un retrato más certero de
cierta juventud de provincias (al parecer Juan Antonio Bardem se inspiró en
esta película para realizar Calle Mayor,
1956). ¿Qué son los vitelloni?
Literalmente se trata de terneros grandes. En sentido figurado serían como niños viejos, treintañeros
irresponsables que se continúan comportando como adolescentes, sin asumir
ningún compromiso. Fellini retrata a cinco de ellos: Fausto, un ser inmaduro,
perezoso y mujeriego, al que su padre le humilla aún pegándole con un cinturón
como si fuera un niño; Leopoldo, un frustrado autor de grandes dramas
teatrales; Riccardo, un infeliz con ínfulas de cantante; Alberto, el más
inconsciente y el más solo, cuando su hermana abandone el hogar para marcharse
con un hombre casado, y, por último, Moraldo, el único que conseguirá salir del
asfixiante círculo cerrado. No hay que ser muy perspicaz para advertir que
Fellini habla de si mismo, de su propia experiencia y de su Rimini natal. El
propio director manifestó que, en cierta manera, todos somos ex vitelloni. En este sentido, Fellini juega con el
espacio de la ficción de manera que varios de los actores mantienen sus propios
nombres y también algunas de sus características: el hermano de Fellini, Riccardo,
cantaba en las fiestas locales y Leopoldo Triestre había intentado escribir
obras de teatro. Impresiona aún hoy, a años de su realización, la soledad y el
vacío que desprenden los protagonistas, con sus pequeñas mentiras, sus
patéticas bromas, su deambular nocturno sin rumbo y sus paseos al alba por la
playa desierta. Inolvidable la escena en la que están todos juntos mirando un
mar de invierno tan frío y tan gris como su futuro. Todas las sensaciones que
produce y provoca el filme quedan perfectamente resumidas en la secuencia simple
y genial que cierra la película y en la que se describe la esperanza de una
nueva vida y, al tiempo, la continuidad de la existente. Todo ello con la
excelente música de Nino Rota poniendo un emotivo punto final. No se puede
decir más, que en ese final, y con tan pocas imágenes»
mucho retraso. Nada menos que en 1969, dieciséis años después de haber sido
realizada por Fellini. Un filme, por tanto, de la época de La strada o Las noches de
Cabiria. Pocas veces se ha visto en la pantalla un retrato más certero de
cierta juventud de provincias (al parecer Juan Antonio Bardem se inspiró en
esta película para realizar Calle Mayor,
1956). ¿Qué son los vitelloni?
Literalmente se trata de terneros grandes. En sentido figurado serían como niños viejos, treintañeros
irresponsables que se continúan comportando como adolescentes, sin asumir
ningún compromiso. Fellini retrata a cinco de ellos: Fausto, un ser inmaduro,
perezoso y mujeriego, al que su padre le humilla aún pegándole con un cinturón
como si fuera un niño; Leopoldo, un frustrado autor de grandes dramas
teatrales; Riccardo, un infeliz con ínfulas de cantante; Alberto, el más
inconsciente y el más solo, cuando su hermana abandone el hogar para marcharse
con un hombre casado, y, por último, Moraldo, el único que conseguirá salir del
asfixiante círculo cerrado. No hay que ser muy perspicaz para advertir que
Fellini habla de si mismo, de su propia experiencia y de su Rimini natal. El
propio director manifestó que, en cierta manera, todos somos ex vitelloni. En este sentido, Fellini juega con el
espacio de la ficción de manera que varios de los actores mantienen sus propios
nombres y también algunas de sus características: el hermano de Fellini, Riccardo,
cantaba en las fiestas locales y Leopoldo Triestre había intentado escribir
obras de teatro. Impresiona aún hoy, a años de su realización, la soledad y el
vacío que desprenden los protagonistas, con sus pequeñas mentiras, sus
patéticas bromas, su deambular nocturno sin rumbo y sus paseos al alba por la
playa desierta. Inolvidable la escena en la que están todos juntos mirando un
mar de invierno tan frío y tan gris como su futuro. Todas las sensaciones que
produce y provoca el filme quedan perfectamente resumidas en la secuencia simple
y genial que cierra la película y en la que se describe la esperanza de una
nueva vida y, al tiempo, la continuidad de la existente. Todo ello con la
excelente música de Nino Rota poniendo un emotivo punto final. No se puede
decir más, que en ese final, y con tan pocas imágenes»
Extractado de un
artículo de Rafael Miret en la revista de cine Dirigido por… Número: 335. Junio 2004.
artículo de Rafael Miret en la revista de cine Dirigido por… Número: 335. Junio 2004.