Durante la persecución macartista perteneció a la lista de los diez de Hollywood, llamados así porque fueron encarcelados al negarse a declarar ante el comité de actividades antinorteaméricanas. En el grupo había guionistas de la categoría de Dalton Trumbo (El demonio de las armas, Espartaco, Éxodo, Johnny cogió su fusil…), Albert Maltz (La ciudad desnuda, Flecha rota…) o el director Edward Dmytryk (Encrucijada de odios, El baile de los malditos…), que terminó (éste último) denunciando a sus compañeros como subversivos. Biberman fue denunciado por Budd Schulberg (escritor y guionista de La ley del silencio de Elia Kazan) por pertenecer al partido comunista. Al salir de la cárcel, donde estuvo seis meses, dirigió su filme más celebre, La sal de la tierra que fue financiada gracias a algunos de sus amigos. Una vez terminada la película se estrenó casi a escondidas siendo, a continuación, rápidamente prohibida su exhibición. Años más tarde, en 1965, volvió a proyectarse aunque de forma muy limitada. Actualmente La sal de la Tierra es considerado como «culturalmente significativa» por los Estados Unidos por lo que ha pasado a formar parte de la Biblioteca del Congreso, siendo además seleccionada entre las obras maestras que deben conservarse en el Registro Nacional de Cine. La película también ha pasado a formar parte de los fondos del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Tanto Biberman como los actores que intervinieron en La sal de la tierra fueron vetados para trabajar en la industria de Hollywood. Biberman sólo rodó con posterioridad una película más: Slaves (1969), un filme sobre la esclavitud en la América de 1850. Al no poder seguir haciendo cine tuvo que realizar otra serie de trabajos. El principal consistió en ejercer de agente inmobiliario. El guionista de La sal de la tierra, también fue otro de los integrantes de las listas negras de Hollywood. Se trata de Michael Wilson (Un lugar en el sol, Operación Cicerón, La gran prueba, Lawrence de Arabia, El planeta de los simios…), quién al igual que Dalton Trumbo tuvo que trabajar bajo nombres falsos. Ambos de esa forma ganaron sendos Oscar al mejor guión. Trumbo por El bravo, Wilson por El puente sobre el Río Kwai. También el productor de La sal de la tierra integró las listas negras de Hollywood. Sobre como se realizó el rodaje de esta excelente película de Biberman se hizo en 2000 Punto de mira de Kart Francis donde Jeff Goldblum hacía de Biberman y Angela Molina de Rosaura Revueltas, la protagonista de La sal de la tierra.
Aunque no habían visto nada del material rodado ni tampoco leído el guión, otros medios apoyaron esa denuncia. Parones en el rodaje, rodaje clandestino del material que faltaba condujeron a la terminación del filme. En marzo de 1954 la película se estrenó comercialmente en Estados Unidos, aunque ninguna publicación importante aceptó reproducir anuncios y sólo trece salas en todo el país se atrevieron a exhibirla, desafiando las amenazas lanzadas. Algunos medios de prensa como el New York Times defendió el filme al afirmar ser más pro-humanista que anti-americano. No hace ningún llamado a la revolución sino que reclama el fin de la explotación y de todas las formas de discriminación. Para los críticos franceses Bertrand Tavernier (también realizador) y Jean-Pierre Coursodon uno tiene mala conciencia criticando La sal de la tierra. (…) Esta película es probablemente una de las únicas obras no criticables de la historia del cine: su mayor mérito es el hecho mismo de su existencia.
La película fue producida por el Sindicato Internacional de Mineros y Trabajadores de Minas y Fundiciones como explicita el cartel inicial. Se trata, pues, de un film único en la historia del cine, tanto por sus condiciones de realización como por el contexto en el que se filmó e intentó estrenarse. Una película insólita que no sólo habla de huelgas, de condiciones laborales sino también de la dignidad de la mujer cuyas premisas sólo son comparables a las aportadas por los movimientos feministas de más de una década posterior.