El 23 de enero, en una mañana
templada y con un hermoso cielo, salimos para acercarnos a unas de las últimas
ciudades de nuestra comunidad conquistada por Jaume I: Biar y Castalla.
Cercanas ambas con sus castillos en lo alto como cobijo o dominio de ambas
ciudades. Castillos que se pueden observar desde la carretera. Eso sí, mucho
más visible el de Castalla (también más grande, más entero) al estar en zona
más despejada, que el de Biar, al estar el lugar rodeado de colinas.
templada y con un hermoso cielo, salimos para acercarnos a unas de las últimas
ciudades de nuestra comunidad conquistada por Jaume I: Biar y Castalla.
Cercanas ambas con sus castillos en lo alto como cobijo o dominio de ambas
ciudades. Castillos que se pueden observar desde la carretera. Eso sí, mucho
más visible el de Castalla (también más grande, más entero) al estar en zona
más despejada, que el de Biar, al estar el lugar rodeado de colinas.
Primera parada en un café-restaurante de Biar
con el fin de coger fuerzas para la toma del castillo de la población. Un
sitio, nueve y media de la mañana, repleto de paisanos frente a abundantes
platos reparadores y enormes bocadillos. A unas cosas y las otras nos aplicamos
los sesenta y tres viajeros. Bueno, no es de todo cierto, ya que un nutrido
grupo optó por una taza de espeso chocolate acompañado de unas porras:
exquisito.
con el fin de coger fuerzas para la toma del castillo de la población. Un
sitio, nueve y media de la mañana, repleto de paisanos frente a abundantes
platos reparadores y enormes bocadillos. A unas cosas y las otras nos aplicamos
los sesenta y tres viajeros. Bueno, no es de todo cierto, ya que un nutrido
grupo optó por una taza de espeso chocolate acompañado de unas porras:
exquisito.
Y de ahí, no al castillo, sino otra vez al bus
para conducirnos a la ermita de Nuestra Señora de Gracia, patrona de Biar,
situada en lo alto de una de sus colinas. Una vez visitando el santuario, ya
caminando bajamos hacía el centro de Biar por el camino seguido por los romeros
en la gran fiesta de la localidad con bajada de la Virgen desde su ermita hasta
la Iglesia del Pueblo.
para conducirnos a la ermita de Nuestra Señora de Gracia, patrona de Biar,
situada en lo alto de una de sus colinas. Una vez visitando el santuario, ya
caminando bajamos hacía el centro de Biar por el camino seguido por los romeros
en la gran fiesta de la localidad con bajada de la Virgen desde su ermita hasta
la Iglesia del Pueblo.
Una bajada hacia el centro del Biar relajada y
tranquila rodeados de gatos de todo tipo, cuidados, lustrosos y nada huraños,
que se acercaban a nosotros o en las puertas de las casas ronroneaban sus
sueños al sol de la mañana.
tranquila rodeados de gatos de todo tipo, cuidados, lustrosos y nada huraños,
que se acercaban a nosotros o en las puertas de las casas ronroneaban sus
sueños al sol de la mañana.
En el camino, no muy alejada de la ermita, una
visita obligada al nevero XVIII, un gran nevero, de Biar, hoy convertido, por
el Ayuntamiento, en un espacio para todo tipo de actividades, incluida la de
representaciones teatrales. Un comentario en audio sirve de explicación a la
historia de los neveros en general y éste en particular. A nosotros nos sobraba
ese comentario porque allí en la puerta del nevero nos esperaba el concejal de
ferias del Ayuntamiento, que no sólo nos dio las explicaciones del sitio, y de
las actividades que allí tenían lugar, sino que además nos abriría las puertas
del Ayuntamiento y del Museo para la visita. Una deferencia para nuestra
Asociación que hay que agradecer. Y
también para nuestro asociado Antonio Juan, vecino, hoy, de Biar,
posibilitador de esa presencia.
visita obligada al nevero XVIII, un gran nevero, de Biar, hoy convertido, por
el Ayuntamiento, en un espacio para todo tipo de actividades, incluida la de
representaciones teatrales. Un comentario en audio sirve de explicación a la
historia de los neveros en general y éste en particular. A nosotros nos sobraba
ese comentario porque allí en la puerta del nevero nos esperaba el concejal de
ferias del Ayuntamiento, que no sólo nos dio las explicaciones del sitio, y de
las actividades que allí tenían lugar, sino que además nos abriría las puertas
del Ayuntamiento y del Museo para la visita. Una deferencia para nuestra
Asociación que hay que agradecer. Y
también para nuestro asociado Antonio Juan, vecino, hoy, de Biar,
posibilitador de esa presencia.
A la Plaza del Ayuntamiento o de la Iglesia
(uno frente a la otra) llegamos al final del agradable paseo, y no sin antes
haber admirado el impresionante platanero situado a la entrada del pueblo como
dando la bienvenida al viajero con su robusteced y su senectud de más de 200
años. A escasos pasos se encuentra la puerta de entrada que nos guía hacia su larga
y hermosísima calle Mayor. Una gran sorpresa el encuentro con esta localidad
desconocida para muchos, muy cuidada, limpia y hermosa, con sus pavimentos
(enlosados) de colores y sus calles perpendiculares a la Mayor, y en dirección
al castillo, armoniosas en sus subidas rectas escalonadas.
(uno frente a la otra) llegamos al final del agradable paseo, y no sin antes
haber admirado el impresionante platanero situado a la entrada del pueblo como
dando la bienvenida al viajero con su robusteced y su senectud de más de 200
años. A escasos pasos se encuentra la puerta de entrada que nos guía hacia su larga
y hermosísima calle Mayor. Una gran sorpresa el encuentro con esta localidad
desconocida para muchos, muy cuidada, limpia y hermosa, con sus pavimentos
(enlosados) de colores y sus calles perpendiculares a la Mayor, y en dirección
al castillo, armoniosas en sus subidas rectas escalonadas.
La portada de la Iglesia atribuida al taller
de Pere Compte es majestuosa, no se puede decir lo mismo de su interior.
de Pere Compte es majestuosa, no se puede decir lo mismo de su interior.
Desde ahí, desde la Plaza, bastantes iniciamos
la subida al castillo. Otros se quedaron en la plaza tomando un aperitivo,
compraron exquisitos pasteles en alguna confitería o entraron en el Museo.
la subida al castillo. Otros se quedaron en la plaza tomando un aperitivo,
compraron exquisitos pasteles en alguna confitería o entraron en el Museo.
Llegando al castillo, subiendo por sus calles
escalonadas, se admira, una vez traspasadas sus puertas (y lo poco que queda
dentro: es de origen musulmán del siglo XII), hay que subir a su torre. No es
una gran subida. En sus pisos encontramos estancias con las más más antiguas
bóvedas de estilo almohade. No sólo eso, ya en la parte superior hay una vista
impresionante y hermosa por un lado del entorno y por otro de las casas de Biar
con sus tejados muy bien reconstruidos, todos iguales, sin nada que afee, rompa
el sentimiento de un lejano pasado. Alguien quiso vislumbrar a lo lejos el
acueducto del siglo XV. Más bien lo imaginaron porque desde esa atalaya era
imposible verlo. Ilusiones que nos llevaban a oír el volteo de campanas,
chupinazos y griterío como si el tiempo se hubiera trasladado a una semana
antes, con la sonada celebración de la festividad de San Antón y su cabalgata
del Rey Pájaro. Puestos a la ensoñación quien nos iba a negar la visión de las
hogueras encendidas en las colinas que rodean al bello Biar en las fiestas de
su Patrona.
escalonadas, se admira, una vez traspasadas sus puertas (y lo poco que queda
dentro: es de origen musulmán del siglo XII), hay que subir a su torre. No es
una gran subida. En sus pisos encontramos estancias con las más más antiguas
bóvedas de estilo almohade. No sólo eso, ya en la parte superior hay una vista
impresionante y hermosa por un lado del entorno y por otro de las casas de Biar
con sus tejados muy bien reconstruidos, todos iguales, sin nada que afee, rompa
el sentimiento de un lejano pasado. Alguien quiso vislumbrar a lo lejos el
acueducto del siglo XV. Más bien lo imaginaron porque desde esa atalaya era
imposible verlo. Ilusiones que nos llevaban a oír el volteo de campanas,
chupinazos y griterío como si el tiempo se hubiera trasladado a una semana
antes, con la sonada celebración de la festividad de San Antón y su cabalgata
del Rey Pájaro. Puestos a la ensoñación quien nos iba a negar la visión de las
hogueras encendidas en las colinas que rodean al bello Biar en las fiestas de
su Patrona.
Unos por unas, otros por otras calles volvimos
a la Plaza. Allí el concejal señalado más arriba nos guiaría por el
ayuntamiento, y por algunas de sus historias de siglos, antes de tomar el bus rumbo a Castalla donde nos esperaba… la comida.
a la Plaza. Allí el concejal señalado más arriba nos guiaría por el
ayuntamiento, y por algunas de sus historias de siglos, antes de tomar el bus rumbo a Castalla donde nos esperaba… la comida.
Decimos, pues adiós a Biar precioso y
acogedor, envuelto en el pasado pero en la presencia de un presente.
acogedor, envuelto en el pasado pero en la presencia de un presente.
En Castalla, lo primero, el encuentro con la
comida: un banquetazo en toda regla y con un servicio de rigurosa
profesionalidad. Entrantes, alcachofas caramelizadas, gazpacho servido en tortas (o a los que no
les apeteciese cualquier otra cosa) y
unos postres exquisitos acompañado de abundante bebida, infusiones y chupitos. Claro,
ahora sí que había que cargarse de la suficiente energía para ascender- después
de tan abundante comida- a la gran fortaleza castallense.
comida: un banquetazo en toda regla y con un servicio de rigurosa
profesionalidad. Entrantes, alcachofas caramelizadas, gazpacho servido en tortas (o a los que no
les apeteciese cualquier otra cosa) y
unos postres exquisitos acompañado de abundante bebida, infusiones y chupitos. Claro,
ahora sí que había que cargarse de la suficiente energía para ascender- después
de tan abundante comida- a la gran fortaleza castallense.
Castalla, localidad más grande que Biar, es
más industrial que aquella. Las casas crecen de forma aleatoria con un centro
urbano de interés pero aplastado por otras edificaciones que se alzan en sus
alrededor. Eso sí, su castillo es admirable, con una reconstrucción muy
adecuada. Algunos compañeros y compañeros se quedaron en el comienzo de la
subida, al final de la localidad, donde se encuentran la ermita de la sangre,
de estilo gótico del siglo XII. Esta ermita fue la Iglesia de Castalla hasta el
siglo XVI momento en el que se construye la actual Iglesia situada en el
centro.
más industrial que aquella. Las casas crecen de forma aleatoria con un centro
urbano de interés pero aplastado por otras edificaciones que se alzan en sus
alrededor. Eso sí, su castillo es admirable, con una reconstrucción muy
adecuada. Algunos compañeros y compañeros se quedaron en el comienzo de la
subida, al final de la localidad, donde se encuentran la ermita de la sangre,
de estilo gótico del siglo XII. Esta ermita fue la Iglesia de Castalla hasta el
siglo XVI momento en el que se construye la actual Iglesia situada en el
centro.
La ascensión desde la ermita hasta la puerta
de entrada del castillo se corresponde a un paseo lento con un camino en
zig-zag llano y con escalones. Al fondo, muy al fondo, va quedando el pueblo.
No es igual que en Biar donde, en gran parte, el castillo forma parte, se une,
al pueblo. Aquí se distancia, se levanta en el cerro de casi 800 metros de
altura, por encima de la población para demostrar su poder, su fortaleza.
de entrada del castillo se corresponde a un paseo lento con un camino en
zig-zag llano y con escalones. Al fondo, muy al fondo, va quedando el pueblo.
No es igual que en Biar donde, en gran parte, el castillo forma parte, se une,
al pueblo. Aquí se distancia, se levanta en el cerro de casi 800 metros de
altura, por encima de la población para demostrar su poder, su fortaleza.
El castillo es todo en Castalla. Con una
reconstrucción perfecta llevada a cabo a finales del siglo pasado, se puede
recorrer su amplia extensión y admirar la grandeza y el poder de dominación (y
de vigía) que ejerció durante siglos. La puerta pequeña, esa sí, no original,
nos dio paso a la gran sorpresa de su interior en el que pudimos contemplar el
poderoso recinto amurallado, el palacio de armas, el amplio aljibe en cuyas
paredes han quedado escritos mensajes de otros siglos, la torre Grossa y el
sorprendente Palacio.
reconstrucción perfecta llevada a cabo a finales del siglo pasado, se puede
recorrer su amplia extensión y admirar la grandeza y el poder de dominación (y
de vigía) que ejerció durante siglos. La puerta pequeña, esa sí, no original,
nos dio paso a la gran sorpresa de su interior en el que pudimos contemplar el
poderoso recinto amurallado, el palacio de armas, el amplio aljibe en cuyas
paredes han quedado escritos mensajes de otros siglos, la torre Grossa y el
sorprendente Palacio.
Desde lo alto de la Torre Grossa y el Palacio
se domina una gran extensión. Castalla se encuentra abierta al espacio y no
prisionera de sus colinas como Biar. La belleza es distinta en ambos casos.
Aquí, ahora, en sus atalayas se divisan los pueblos del alrededor, se señalan
uno a uno. La guía que nos acompaña indica que en días claros allá al fondo,
hoy envuelto en una neblina, se puede ver (o imaginar, vete a saber) el mar. Ya
dados a los ensueños podemos, incluso, ver reflejadas las aguas del pantano más
antiguo, según nos dicen, de España y probablemente de Europa: el embalse de
Tibi, entre Tibi y Jijona, de cuarenta metros de altura. Una impresionante,
para su tiempo, obra llevada a cabo por orden de Felipe II en 1580. Habrá que
pensar en hacer en un futuro cercano una visita a tan singular lugar y a las
localidades que se encuentran a su alrededor.
se domina una gran extensión. Castalla se encuentra abierta al espacio y no
prisionera de sus colinas como Biar. La belleza es distinta en ambos casos.
Aquí, ahora, en sus atalayas se divisan los pueblos del alrededor, se señalan
uno a uno. La guía que nos acompaña indica que en días claros allá al fondo,
hoy envuelto en una neblina, se puede ver (o imaginar, vete a saber) el mar. Ya
dados a los ensueños podemos, incluso, ver reflejadas las aguas del pantano más
antiguo, según nos dicen, de España y probablemente de Europa: el embalse de
Tibi, entre Tibi y Jijona, de cuarenta metros de altura. Una impresionante,
para su tiempo, obra llevada a cabo por orden de Felipe II en 1580. Habrá que
pensar en hacer en un futuro cercano una visita a tan singular lugar y a las
localidades que se encuentran a su alrededor.
Cuando terminó la visita la noche estaba
cayendo. Cuando bajábamos hacía el lugar de partida, veíamos encender las luces
de Castalla. La belleza de esa postal era sin embargo robada por otra aún
mayor: la majestuosa salida de una luna redonda, enorme, brillando en su
plenitud que se convirtió, en su lenta subida, en el claro deseo de los
fotógrafos del grupo. Un cierra perfecto de una excursión para recordar.
cayendo. Cuando bajábamos hacía el lugar de partida, veíamos encender las luces
de Castalla. La belleza de esa postal era sin embargo robada por otra aún
mayor: la majestuosa salida de una luna redonda, enorme, brillando en su
plenitud que se convirtió, en su lenta subida, en el claro deseo de los
fotógrafos del grupo. Un cierra perfecto de una excursión para recordar.
No quedaba mucho más. El reencuentro en la
ermita con los que nos esperaban, la advertencia de los guías del cierre del
camino a los grupos de jóvenes sentados en el camino al castillo, nuestro
agradecimiento a la joven y al joven que, en doble grupo, nos guiaron por la
impresionante mole. Detrás de nosotros se cerró hasta el día siguiente una gran
verja impidiendo hasta el siguiente día el paso a la ermita y al camino
ascendente al castillo.
ermita con los que nos esperaban, la advertencia de los guías del cierre del
camino a los grupos de jóvenes sentados en el camino al castillo, nuestro
agradecimiento a la joven y al joven que, en doble grupo, nos guiaron por la
impresionante mole. Detrás de nosotros se cerró hasta el día siguiente una gran
verja impidiendo hasta el siguiente día el paso a la ermita y al camino
ascendente al castillo.
De ahí al bus llegamos en un plis plas. Y
también sin darnos cuenta entrábamos en Valencia algo cansados pero satisfechos
ante las numerosas sorpresas que la excursión nos había deparado.
también sin darnos cuenta entrábamos en Valencia algo cansados pero satisfechos
ante las numerosas sorpresas que la excursión nos había deparado.
A.B.
(fotos de Elvira Ramos)
(fotos de Elvira Ramos)