FILA SIETE. ALGUNOS FILMES ESTRENADOS EN ABRIL de 2019
DOBLES VIDAS (3) de Olivier Assayas
Entre Woody Allen y Eric Rohmer
El cine de Assayas es, hoy por hoy, uno de los más interesantes del cine francés. Películas las suyas serias, inteligentes, hablan sobre el mundo actual, las relaciones amorosas, el compromiso político. Ha realizado poco más de veinte largometrajes, algunos pocos para la televisión. Comenzó como crítico en la revista de las revistas de cine, Cahiers du cinema para después de dirigir algunos cortos enfrentarse a su primer largo en 1994, Désordre. En España su cine no será conocido hasta 1998 con Finales de agosto, primeros de septiembre. De los realizados desde entonces nos han llegado algunos más, no demasiados, todos de gran interés (Las horas del verano; Después de mayo; Viaje a Sils María; Personal Shopper, la versión reducida para cine- se hizo para televisión- de Carlos; la parte que filmó para París, je t’eaime). Filmes comprometidos todos ellos como lo será casi con toda probabilidad el recién terminado Red avispa, sobre varios presos políticos cubanos acusados de espionaje en Estados Unidos y donde interviene Penélope Cruz. El análisis político, pero también el social y el familiar, el encuentro y la separación, la esperanza y la desilusión forman parte de su mundo donde también el cine, en mayor o menor medida, también hace su aparición. Irma Vep (1996), por ejemplo, se centra en el mundo del cine, en el ansia por parte de un realizador de querer recuperar el clásico Los vámpiros (1915) de Louis Feuillade.
Dobles vidas se zambulle en el hoy y habla sobre la sociedad actual, sobre la frontera entre el mundo no digital y el digital, entre el gran cine reflexivo de calidad y el cine que hoy impera entre la juventud. Un cine reflexivo, pensante, dirigido eso si hacía públicos muy determinados, digamos selectos, aunque tal palabra encerrase mucho de snobismo y pedantería, como sirve de soporte a los personajes de este filme, que se mueve, en clara referencia cinematográfica, entre Woody Allen y Eric Rohmer. El filme es un documento, un reflejo del mundo moderno, de una determinada sociedad dado a través de sus conversaciones, sus referencias (o pretendidos gustos) cinematográficos y literarios, que se mueven en la frontera entre el ayer que vivieron y el hoy marcado por lo digital (libros, ordenadores, teléfonos móviles, series…) pero donde las situaciones se repiten.
Para algunos espectadores puede ser que el filme les resulte, digamos, aburrido. Simplemente porque no cuenta nada que no se sapa, nada que no se haya vivido: reuniones familiares o entre amigos inacabables donde se repiten las mismas cosas, se echa mano de conceptos pedantes sacados de libros, se refiere el amor por determinadas películas, se plantean cuestiones políticas o se discute por nada… Una y otra vez en un círculo sin fin, esperando la terminación para despotricar contra lo vivido, contra la pesadez (o estupidez) de los otros.
Impecable, implacable, lúcido es Assayas en este filme que es ante todo un retrato actual de una determinada clases social. Su otro título No ficción es quizá más explícito que éste, en el que insinúa la doblez, la mentira que subyace en unos personajes vacíos, infieles, incluso, para sí mismos, atrapados en su clase. Sobre todo ello ironiza Assayas que incluso se permite ir más allá del propio filme pudiendo llegar a desorientar a los espectadores al hacer que Selena, es decir Juliette Binoche, proponga que un audio libro digital sea narrado, anda menos, por ¡Juliette Binoche! Una pequeña o gran broma en una película inteligente y reflexiva sobre una clase social perteneciente al mundo occidental.
Gracias a Dios (2) de François Ozon
Abusos sin castigos
Ozon es un director inclasificable. Su cine cambia de género y estilo constantemente. Ha realizado unos 25 largometrajes alternando películas interesantes e incluso buenas a otras mediocres. Por ejemplo, los dos títulos anteriores a éste, lo explicitan claramente. A la muy interesante Franz, 2016, (una historia que ya había llevado al cine en 1932 Ernst Lubiitsch) le sigue un filme tan endeble como El amante doble, 2017. Y ahora le toca el turno a una especie de documento real pero llevado a cabo en forma de ficción, que trata de denunciar los terribles casos de pederastia llevados a cabo por un sacerdote francés durante muchos años, sin que sus superiores hiciesen nada para apartarle de su cargo (era el sacerdote de un grupo de scout, al tiempo que se encargaba en sus parroquias de llevar la correspondiente catequesis). Un tema, el de esta candente Gracias a Dios, que ya había tratado la oscarizada Spotliggt, pero mientras la película americana se centraba en la investigación periodística de los hechos, ésta toma como protagonistas a las víctimas, enfrentadas al pasado desde el hoy.
La película ha tenido mucha polémica en Francia e incluso las autoridades eclesiásticas quisieron prohibirla. Los casos, como he señalado al principio, son reales, así como su seguimiento, aunque sean actores los que sustituyan a quienes vivieron el drama, no concretado sólo en la victima sino en quienes forman, o formaron parte de su vida (padres, hermanos, esposa, hijos…).
Gracias a Dios presenta también al cardenal, asesores y sacerdote implicado en el hecho. Nadie de este grupo sale bien parado. Cardenal y sus asesores, de muy diversas maneras, tratan de que el caso no salga a la luz, al tiempo que se nos muestra la vida, ante todo, de tres de los chicos maltratados hoy padres de familia acomodados o desechos de la sociedad. Sus implicaciones, las búsquedas del pasado que aún hoy está en sus vidas con el fin de solucionarlo, de apartarlo para siempre buscando una paz consigo mismo y con los que les rodean, centran el discurso de Ozon. Los tres personajes principales, ejemplarizando tres situaciones diferentes, nos muestran a un creyente, un ateo y un personaje indiferente, entre otras cosas porque ha sido el más castigado por la vida. Junto a ellos otros personajes a la manera de coro, dando ese sentido más allá de lo individual.
El filme plantea otra serie de temas como son el de la justicia y sus implicaciones, el dilema entre perdón y la redención (con lo cual engloba todo el sentido del propio credo religioso), la culpabilidad a diferentes niveles o los múltiples hilos en los que las victimas pueden ir quedando atrapados sin darse cuenta, en su empeño de resolver el problema de una forma personal y directa. La solución vendrá dada por la unión y la creación de un colectivo que al aunar sus fuerzas pueda producir la lucha contra el poder, en este caso, religioso.
Demasiado larga (dos horas y cuarto) la película en varios momentos se estanca o se hace repetitiva y no va más allá de sus premisas iniciales. Queda el tema, lo arriesgado de la denuncia, el dolor de unos personajes y de unas familias que, a pesar de todo, no han superado su papel de víctimas.
Conociendo a Astrid (2) de Pernille Fiisher Cristensen
La fortaleza de una mujer
Una mujer ya muy mayor recibe decenas de cartas de niños recordando los personajes que creo. Le muestran su entusiasmo. Esa mujer hace referencia a Astrid Lindgren, escritora de múltiples relatos infantiles, y que sobre todo, entre nosotros, es conocida como la autora de Pippi Calzallargas, unos relatos que fue contando a su hijo pequeño cuando estuvo durante un tiempo enfermo.
Estamos nuevamente ante una más de las muchas películas (abundantes) basadas en historias reales y que, en este caso, ha sido realizada en Suecia por Pernille Fisher (1969), una realizadora nacida en Dinamarca y realizadora de varios cortos y de cinco largometrajes (En Soap; Una familia; Alguien a quien amar; Danser) en los que la familia y la mujer tienen gran protagonismo.
Conociendo a Astrid no cuenta la gloria (el comienzo no es más que un pretexto para dar paso a los recuerdos de Astrid sobre sus comienzos) de la escritora y si su lucha como mujer para abrirse paso en una sociedad marchista e hipócrita enfrentándose a quien haga falta con el fin de poder alcanzar una serie de metas: escribir, priorizar su papel de mujer, luchar por poder tener con ella al hijo que ha tenido que dar en adopción al ser una madre soltera.
Su periplo en una existencia nada fácil, que la lleva tener que marchar a otro país con el fin de saltar por encima de la cerrazón del suyo, está expresado de manera clara e interesando por medio de un montaje fluido. La segunda parte se alarga innecesariamente y deja retratos y momentos endebles al presentar personajes de una pieza o escasamente dibujados. Es el caso de la mujer que adopta al hijo de Astric o el jefe de la editorial en la que trabaja: demasiados blandos, simples, elementales y, por ello, poco creíbles frente a los otros (la familia, el jefe del periódico primero en el que trabaja Astric y que será el padre de su hijo).
Las relaciones madre e hijo con el rechazo de éste a reconocer a su madre a la que, lógicamente, desconoce y la lucha de ella por lograr su amor, suponen el centro del último, e interesante, tramo de una película atrayente, reivindicativa. Gracias todo ello también a la sorprendente interpretación de Alba August, hija del realizado Billi August (Las buenas intenciones; Pelle, el conquistador; Jerusalén…).
No se trata de una extraordinaria película pero si estimable que presenta la lucha de una mujer por sus derechos, por su vida, sus amores y su puesto en una sociedad dominada por los hombres.
Escribe. Adolfo Bellido López