El arte prerrománico asturiano se divide en tres etapas:
Reinado de Alfonso II, es el más antiguo, a él pertenecen:
– La cámara santa, capilla palatina que se encuentra en el interior de la catedral gótica y conserva la cruz de la victoria y la cruz de los ángeles entre otros tesoros.
– San Julián de los Prados, la más grande y mejor conservada, donde pudimos admirar la hermosa decoración pictórica de su interior.
– Santa María de Bendones, su interior está totalmente reconstruido y solo conserva de su época medieval, una pila bautismal.
– San Pedro de Nora, donde tuvimos una peculiar guía, que también es la guarda, destaca por sus considerables dimensiones y elevada altura.
Reinado de Ramiro I, es el periodo de máximo esplendor del prerrománico asturiano:
– Santa María del Naranco, ubicada en la falda del monte Naranco, es un edificio de dos pisos sin finalidad esclarecida. Pudo ser el palacio real convertido en iglesia, aula regia, pabellón de caza, …
– San Miguel de Lillo, era el templo de un conjunto palatino situado en el monte Naranco. Santa María era el palacio que después se consagró en iglesia. Está en periodo de restauración debido a un derrumbamiento.
Reinado de Alfonso III, es el periodo más tardío, que recibió influencias visigóticas:
– San Salvador de Valdediós, situada en un valle y consagrada por siete obispos. Era la iglesia de un conjunto palaciego de verano.
– San Adriano de Tuñón, construida como la capilla de un monasterio, conserva pinturas mozárabes
– Santiago de Gobiendes, situada en una colina sobre el mar, cerca de Colunga
– Foncalada, es el único ejemplo de arquitectura hidráulica de la alta edad media y hasta hace unos años se usaba como lavadero.
Entre las ciudades del interior, conocimos Oviedo, capital del actual Principado de Asturias, su catedral gótica, casco histórico y múltiples esculturas, esparcidas por toda la ciudad.
De la parte montañosa, visitamos Cangas de Onís, capital del legendario reino de Asturias, su puente medieval, con la cruz de la victoria, y la capilla de Santa Cruz, construida sobre un dolmen.
Y Covadonga, con el templo a la virgen en la cueva y el monasterio benedictino. También los lagos Enol y La Ercina.
Del litoral asturiano, estuvimos en:
Avilés, que experimentó un gran crecimiento cuando aparecieron las industrias de cinc, vidrio y los altos hornos. En los terrenos que ocuparon estos, está hoy el centro cultural Niemeyer. Conserva el segundo conjunto de soportales más extenso de España.
Luarca, cuyo color predominante es el blanco, con su puerto pesquero, famosa por ser cuna y tumba de personajes ilustres, como Severo Ochoa y leyendas como la del puente del beso.
Cudillero, villa marinera con su singular configuración física, escondida desde la mar y desde la tierra, descolgada en un valle de humildes casas de varios colores
Villaviciosa, capital de la comarca de la sidra, con una escultura realizada por nuestro paisano Mariano Benlliure. Lugar de paso, durante la edad media y moderna, de los peregrinos que iban a Santiago. Y su Iglesia de Santa María de la Oliva
Gijón nos recibió lluvioso. Su puerto destacó por la captura de ballenas. Jovellanos fue quien más trabajó por el progreso de la ciudad. Conocimos su universidad laboral, una de las primeras construidas en España, que todavía está en funcionamiento.
En cuanto a yacimientos arqueológicos, estuvimos en el Castro de Coaña, el más popular de cuantos se conocen en Asturias, debido a su temprano descubrimiento y gran extensión escavada.
Como el puerto de Pajares estaba cerrado a consecuencia de la nevada, Renfe nos puso un autobús hasta León, desde donde cogimos el tren de regreso a casa.
Sin más percances llegamos a Valencia, donde hacia mejor temperatura. Nos despedimos pensando en vernos pronto, en el viaje a Soria a mitad de noviembre.
(Texto y fotos: Carmen Marco)